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viernes, 2 de marzo de 2018

Ojo al cardenal Sarah

Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara
Hoy aparecen en Religión Digital, (RD) unas declaraciones escandalosas, -para mí, mucho más que escandalosas, ¡perniciosas!- del cardenal Robert Sarah, prefecto de la “Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos”, en las que afirma que la comunión en la mano es una “acto diabólico”, y una “falta de respeto al Santísimo”. Esta declaración, por parte del cardenal prefecto de la Congregación vaticano para la Liturgia es infeliz, desviada, improcedente, exagerada, falsa, imprudente, inoportuna, inadecuada, y, sobre todo, ¡anti litúrgica”. El papa Francisco ha reaccionado prontamente, y, para resumir, ha dejado bien sentado que el cargo de Prefecto de esa Congregación tan delicada y estratégica par la Iglesia, no le da potestad para imponer sus gustos, ni su orientación litúrgica, que, con meridiana claridad, están muy alejados de los principios de la Reforma litúrgica propiciada por el Concilio Vaticano II.
Así que no es de extrañar la cálida carta de felicitación del papa emérito, Benedicto, quien asegura que “La Liturgia está en buenas manos ” con este cardenal prefecto. Y digo que no es de extrañar la felicitación del papa Ratzinger porque de todos es sabido su sentido tradicional, aristocrático y pre conciliar de la liturgia. Tampoco es de extrañar que el ¿vaticanista? Sandro Magister afee el tono de Francisco en la corrección de Sarah, comparándolo con el de Benedicto. “Cada oveja con su pareja”: y “Dios los cría y ellos se juntan”. Y ahora intentaré explicar mi colección de adjetivos negativos empleados más arriba, -¡que no han sido al buen tuntún!-, como veremos, para calificar la declaración del cardenal, que, no olvidemos, ha sido ésta: la comunión en la mano es un “acto diabólico”, y una “falta de respeto al Santísimo”.
Infeliz. Mezclar la libertad y la alegría que siente un hebreo al celebrar la pascua, o el gozo de un cristiano al participar del banquete eucarístico, con aspectos diabólicos, o de falta de respeto, es una flagrante falta de tacto, y una evidente causa de infelicidad en la expresión literaria.
Desviada. La expresión “falta de respeto al Santísimo” es profundamente significativa del desvío de una objetiva y serena percepción de la Eucaristía como un ágape fraterno y familiar, de los que profesan la misma Historia de Salvación, y la misma Fe, a una sensibilidad religiosa, llena de miedos, y de servidumbres. Pensamos, y sí se expresó el Concilio Vaticano II, que Jesús no instituyó la eucaristía como un tótem a ser reverenciado y adorado, sino como un alimento para ser comido y consumido para sustento de los miembros de la comunidad eclesial de los seguidores de Jesús.
Improcedente. Cae de su peso que no es muy procedente asustar a los que comulgan el cuerpo y la sangre el Señor con gruesas afirmaciones de demonios, que se alejan kilómetros luz dela sensibilidad, y de la percepción teológica de los creyentes, y pensadores teológicos y bíblicos, hijos del concilio Vaticano II.
Exagerada. El diccionario de la RAE define así exagerar: 1. tr, “encarecer, dar proporciones excesivas”: 2. tr, decir, representar o hacer algo traspasando los límites de lo verdadero, natural, ordinario, justo o conveniente”. Las dos definiciones concuerdan con lo que vengo afirmando de las declaraciones del cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación para la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, porque, con toda evidencia, traspasan “lo verdadero, natural, ordinario, justo y conveniente”, y constituye un enorme encarecimiento, y concede “proporciones excesivas” a la nota que especifica el error, según la opinión cardenalicia, de los que comulgamos en la mano.
Falsa. Ex evidentia patet”, (por la evidencia, es patente), como decían los escolásticos, que caracterizar como “diabólica” la actitud del comulgante, porque reciba el pan eucarístico en la mano, y que por le mismo motivo falte al respeto al Santísimo es una clara, y a todas luces, exagerada e injusta, falsedad.
Imprudente. La mejor definición de prudencia que conozco, y en esto están de acuerdo todos los autores que recuerdan la que acuñó Santo Tomás de Aquino, allá por el siglo XIII, reza así: “Prudentia est recta ratio agibilium”, (“la prudencia es la recta razón de lo que se va a hacer”). En este contexto la palabra “razón” significa pensamiento, idea, propósito, y “recta”, totalmente adecuada a la ética y a la moral de los buenos comportamientos humanos. En este caso la afirmación del carácter diabólico e irrespetuoso de la comunión en la mano no presenta ninguna razón para actuar, sino una estrambótica razón para no actuar de determinada manera.
Es todo, menos prudente.
Inoportuna. Cuando el papa Francisco ha simplificado las estrictos condiciones para recibirla comunión, tantos pastoralistas y eclesiólogos, como teólogos y biblistas, están desmitificando suposiciones, mitos y supersticiones, y prácticas oscuras y oscurantistas anteriores al Vaticano II, y casi medievales, está fuera de toda oportunidad salir a la palestra desentonando, desafinando, y hasta chirriando, en contra de lo que va, poco a poco al principio, pero ahora avasallando, -¡en las parroquias que conozco, en Brasil, Francia y en Madrid, la inmensa mayoría de personas ofrece las manos para recibir la comunión!-, en lo referente a esa práctica litúrgica para la Comunión..

Inadecuada. EL diccionario de la RAE define “inadecuado” como no adecuado. Y adecuado, como “apropiado para alguien o algo”. El cardenal Sarah, y no es el único, no recuerda a Jesús al hablar de la Eucaristía, lo que constituye un error gravísimo. ¿Cómo puede tachar de “diabólico” un gesto que hizo el Señor, como todos los judíos, al pasar unos a otros el pan bendecido de la Pascua, signo de la muerte y del dolor, en la Pascua Judía, y del cuerpo de Cristo en nuestra Eucaristía? ¿Es lo más adecuado expresarse así al hablar de gestos de Jesús?

Y, sobre todos, ¡anti-litúrgicas”. Es evidente, que tanto el Señor, como las comunidades primitivas, celebraron la Eucaristía en le entorno de un Banquete, o Ágape, fraterno. La comida tiene, y exige, unos usos y protocolos que cambien en las diversas culturas, y épocas, pero hay algo que se mantiene inalterado en todas ellas; solo se acerca la comunión directamente a la boca a los bebés, y a los ancianos, impedidos o muy enfermos. Querer convertir la Fiesta cristiana por excelencia, la Eucaristía, en un comedor para impedidos, y una fila triste de incapaces de celebrar la totalidad y el gozo del banquete, prenuncio del verdadero y definitivo Ágape del reino de Dios, es un atropello y una traición a la esencia y sentido de la Eucaristía. No hay nada más anti litúrgico, triste y desolador. Pues no, santidad Benedicto, la “Liturgia de la Iglesia católica, en la actualidad, “no está en buenas manos”. 

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