Hace unos días recibí esta viñeta
Un niño esquelético, como en los mensajes de Médicos del mundo, le dice al Papa:
- ¿Por qué no vendes los cuadros del Vaticano para darnos de comer?
- je,je,je. Esos cuadros no se pueden vender porque son de Dios
- ¿Dios tiene hambre también?
Y la reenvié a mis contactos porque me sentía de acuerdo con su mensaje, aunque su expresión me parecía políticamente incorrecta.
Expresión políticamente incorrecta
Consideramos como políticamente incorrectas aquellas expresiones que resaltan intencionadamente aspectos desagradables que un determinado grupo social prefiere disimular. Estas expresiones no son necesariamente reprobables ni encomiables, depende del criterio de quien las analiza. La crítica social que hacen estas expresiones puede referirse -justa o injustamente- a rasgos externos o a cuestiones más importantes; y suele expresarse mediante enfoques parciales, exageraciones, o caricaturas. Este desafío a lo políticamente correcto suele acarrear problemas, como nos muestra la Historia, y como estamos leyendo cada día en la prensa.
Casualmente estaba leyendo la Introducción al Antiguo Testamento del profesor José Luis Sicre en el que trata del lenguaje de los profetas. Para percibir la fuerza que ese lenguaje tenía en sus circunstancias sociopolíticas, elabora unos ejemplos de transposición al lenguaje actual, como el texto de Amós 5,4-5:
Así dice el Señor a los católicos:Interesaos por mí y viviréis.Pero no os intereséis por el Pilar,no vayáis a Santiagono acudáis al Rocío.Que el Pilar caerá por tierray el Rocío se volverá tormenta.Buscad al Señor y viviréis.
Este lenguaje nos resultaría hoy políticamente incorrecto; sin embargo la intención del profeta era advertir al pueblo de que esas devociones estaban camuflando su desvío respecto a la verdadera llamada de Dios hacia la justicia social.
El profeta no es un sabio que explica las complejidades de la vida, ni un jurista o doctor de la Ley (que también son necesarios); el profeta le habla al pueblo con lenguaje emocional; por eso exagera y presenta un solo aspecto de la realidad, en este ejemplo la de el Pilar o del Rocío.
Estos extremismos unilaterales, como los del profeta, pueden ser justos, y necesarios, si luego se equilibran de alguna manera con otros aspectos del mismo asunto, pero son engañosos si se los toma literalmente como textos jurídicos o se los hace pasar como realidad total y objetiva.
Sabemos que expresar la devoción es bueno, y recomendable, sin embargo es necesario sacudir nuestro adormecimiento en un cómodo e injusto status quo actual. Sin ser conscientes de ello, nuestra práctica religiosa está desviando la atención de un deber fundamental hacia una tranquilizante devoción. Pagola, muy comprometido con el evangelio, nos confirma que éste es el peligro de la religión, desviar la atención hacia cómodos deberes o devociones.
El lenguaje de Jesús frecuentemente era políticamente incorrecto, exagerado o unilateral. A la llamada de su madre y de sus hermanos contestó que su madre y sus hermanos eran aquellos discípulos que estaban escuchándole. Y no digamos nada de la exageración de aquello de la rueda de molino, o de castrarse por el Reino de Dios (que Orígenes se lo tomó al pie de la letra). También las expresiones unilaterales de Pablo sobre la salvación por la fe le han planteado serios problemas a la teología cristiana.
Personalmente prefiero una exposición equilibrada, con sus pros y sus contras, y confieso que a veces desearía poner los puntos sobre las íes a los escritos de algunos compañeros porque, a mi parecer, resaltan desproporcionadamente un solo aspecto de los problemas que se nos plantean. Sin embargo reconozco que necesitamos una sacudida profética para superar dogmatismos anteriores o nuestra deriva egoísta.
La viñeta que estamos comentando simplifica, con la ingenuidad de un niño, un problema complejo; y parece atribuir al Papa Francisco una grave inconsecuencia con el mensaje de Jesús y con un elemental sentido humano de justicia. Por eso digo que me parece políticamente incorrecta, y un poco injusta con el papa, porque él está haciendo lo que puede. No obstante creo que este mensaje es acertado, y que es necesario expresarlo en formas políticamente incorrectas.
De acuerdo con su contenido
El mensaje de esta viñeta es el escándalo -cómodamente asumido- de que miles de niños están muriendo de desnutrición mientras que algunos magnates tienen grifos de oro en sus yates privados. El 1 por ciento de la población mundial tiene tanta riqueza como el 50 por ciento más pobre.
La viñeta concreta este escándalo en las riquezas que conserva la iglesia católica, ya sean los museos vaticanos o los tesoros de las catedrales. Estos tesoros contrastan -contradicen- el mensaje de Jesús, que consideraba el dinero y el poder como los mayores obstáculos para una sociedad justa y fraterna, que él denominaba el Reino de Dios.
Ya sé que Jesús alabó el amor expresado por aquella mujer que derramó en sus pies un caro perfume, que “podría haber sido vendido y dado a los pobres”. Aquel gesto era una expresión espontánea de amor, y eso es lo que alabó Jesús; en cambio Judas sólo vio su valor económico. Este argumento se viene presentando al menos desde el siglo IV, y san Juan Crisóstomo tuvo que intervenir y determinó que se respetara lo que alguien había donado para el templo, pero que se aconsejara donar la riqueza a los pobres antes que al templo. Al rico que quería seguirle, Jesús no le dijo que entregara su riqueza a la bolsa del grupo sino a los necesitados.
Los tesoros de la iglesia actual -muchos de ellos improductivos- son un escándalo que está desacreditando lo que presentamos como seguimiento de Jesús; pero creo que el Papa ni puede ni debe decretar dictatorialmente su entrega, ya sea a la UNESCO o a la FAO. En cambio las iglesias locales sí deberíamos renunciar a esas posesiones, pero no el párroco ni el obispo sino la comunidad cristiana. ¿Estamos dispuestos? ¿Qué dirían las cofradías de semana santa o de las fiestas locales? ¿Sería mejor abandonar la comunidad que se resiste a desprenderse de ellas, o tratar de persuadirla? Jesús no impuso nada; propuso un proyecto y murió por difundirlo.
Escuchemos a profetas como Casaldáliga y monseñor Romero. Vivamos realmente y difundamos el Pacto de las Catacumbas, que no hace mucho establecieron algunos obispos:
Renunciamos para siempre a la apariencia y la realidad de la riqueza, especialmente en el vestir (ricas vestimentas, colores llamativos) y en símbolos de metales preciosos (esos signos deben ser, ciertamente, evangélicos). Mc 6, 9; Mt 10, 9s; Hech 3, 6. Ni oro ni plata. (Número 2 del Pacto).
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