Entre las muchas y variadas razones dos parecen determinantes: la precariedad autoreferencial de la Iglesia local y las muchas ambigüedades del gobierno saliente en el contexto de la cuestión boliviana…
Distintos sondeos y análisis demoscópicos dicen que en Chile, a solo 12 días de la visita del Papa Francisco a tres ciudades del país, la empatía por el evento es baja, es más, bajísima: 36%. Desde hace meses en la prensa varios observadores y comentaristas, chilenos y no chilenos, repiten casi con cansancio: “La gente es indiferente, lejana, ocupada en otras cosas… irritada con la jerarquía, y no es precisamente la llegada del Papa lo que más preocupa a los chilenos”. Por tanto muchos hablan de una “visita muy difícil, compleja e incierta, problemática”.
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