Juan José Tamayo, Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones. Universidad Carlos III de Madrid
La respuesta de la Iglesia de Roma a la Reforma Protestante no fue el diálogo, sino el anatema, no el apoyo a las demandas reformistas que se oían por doquier, sino la convocatoria de un concilio contra-reformista, el de Trento, que comenzó en 1545, un año antes de la muerte del reformador alemán. Tuvieron que pasar cuatro siglos para que no pocas de las propuestas de Lutero fueran asumidas por la Iglesia católica. Eso sucedía en el concilio Vaticano II (1962-1965), que definió a la Iglesia como “santa al tiempo que necesitada de purificación constante, buscando sin cesar la penitencia y la renovación”. Luego vendría el reconocimiento de Lutero.
Coincidiendo con el V Centenario de la Reforma Protestante, el Papa Francisco ha dado pasos muy importantes en el acercamiento al mundo evangélico-protestante y está contribuyendo a cambar la imagen de Lutero dentro del catolicismo: de ser considerado el “peor de los herejes” a su reconocimiento como profeta; de persona mundana a místico; de iconoclasta a reformador; de anatema a “testigo del Evangelio”; de la condena al reconocimiento.
Los gestos valen más que mil palabras. Con motivo de la audiencia a un grupo de luteranos alemanes (13 de octubre de 2016), Francisco colocó una estatua de Lutero en el aula Pablo VI. En la audiencia calificó el proselitismo de “el veneno más potente contra el camino ecuménico”. Mostró su alegría por la fraternidad reencontrada tras siglos de división. A su juicio, lo que une a católicos y luteranos es el servicio a los personas más pobres, enfermas, migrantes, refugiadas, a las más necesitadas.
En octubre de 2016 Francisco visitó Suecia para celebrar la inauguración del V Centenario de la Reforma en la catedral luterana de Lund, donde tuvo lugar una oración ecuménica. El Papa y el obispo Munib Yunan, presidente de la Federación Luterana Mundial, firmaron una declaración conjunta el 31 de octubre de 2016 con las siguientes reflexiones:
. Avances en la mutua comprensión y confianza y mayor acercamiento “a través del servicio al prójimo, a menudo en circunstancias de sufrimiento y persecución”.
. Mayor cercanía (“ya no somos extraños”) a través del diálogo y del testimonio.
. Constatación de que las diferencias teológicas estuvieron acompañadas por prejuicios y de que la religión fue instrumentalizada con fines políticos.
. Compromiso de testimoniar juntos el Evangelio de Jesucristo, defender los derechos humanos y la dignidad, sobre todo la de los pobres, a través del trabajo por la justicia y el rechazo de toda violencia.
. Compromiso de trabajar conjuntamente para acoger a las personas extranjeras, ofrecer socorro a quienes se ven obligados a huir de la guerra y la persecución y defender los derechos de los refugiados y de quienes piden asilo.
. Defensa de la “creación de Dios, que sufre explotación y los efectos de la codicia insaciable”.
En una entrevista concedida a la Civiltá Católica (28/10/2016), Francisco declaró que las dos aportaciones fundamentales de la tradición luterana son la Reforma de la Iglesia y la Escritura. El objetivo de Lutero fue renovar la Iglesia en un momento difícil, buscar un remedio a la complicada situación en la que se encontraba la Iglesia entonces. A su vez, Lutero puso la Escritura en manos del pueblo, frente a la prohibición de la Iglesia católica de leer la Biblia a los seglares.
En la recepción del Papa a una delegación de la Iglesia luterana de Finlandia recordó los cincuenta años de diálogo ecuménico, expresó un sincero arrepentimiento “por nuestros pecados”, dijo que católicos y luteranos deben comprometerse con quienes sufren, se encuentran en necesidad y son objeto de violencia. Es ahí “donde estamos unidos en el camino hacia la plena comunión”. “La intención de Lutero –aseveró- era renovar la Iglesia, no dividirla”. El reformador fue presentado por el papa como medicina para la Iglesia.
La Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos aprobaron un Documento conjunto para celebrar el V Centenario de la Reforma con motivo de la semana por la unión de los cristianos en enero de 2017 con aportaciones nuevas que superaban viejos anatemas.
– Separando lo que es polémico de las cosas buenas de la Reforma, los católicos ahora son capaces de prestar sus oídos a los desafíos de Lutero para la Iglesia de hoy, reconociéndolo como un ‘testigo del Evangelio’. Así, después de siglos de mutuas condenas y vilipendios, los católicos y los luteranos podrán conmemorar por primera vez juntos el comienzo de la Reforma.
– “Martín Lutero –afirma el Documento conjunto- levantó preocupación sobre lo que él consideraba abusos en la Iglesia de su tiempo haciendo públicas sus 95 tesis. 2017 es el 500 aniversario de este acontecimiento crucial de la Reforma que ha marcado la vida de la Iglesia occidental a lo largo de muchos años”.
– Considera reformadores al mismo nivel a los católicos Ignacio de Loyola, Francisco de Sales y Carlos Borromeo (sin el “san”) y a los protestantes Lutero, Zwinglio y Calvino, considerados durante siglos cismáticos y herejes. Todos ellos trabajaron por conseguir que la Iglesia occidental se renovara.
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