La invitación a la vigilancia que resuena en cada Adviento nos viene muy bien para salir de la rutina y aprovisionarnos de ilusión y ganas de cambiar. En cierto modo, todos somos porteros que hemos de permanecer despiertos, vigilantes, porque, ciertamente, el Señor va a venir, aunque no sabemos cuándo. ¿Es posible ver en «la casa» de la parábola una imagen de la comunidad cristiana? ¿Nos sentimos todos criados, siervos? ¿Cómo se conjugan la vigilancia y la laboriosidad?
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