Las personas reunidas este fin de semana en el XIX Encuentro estatal de Comunidades Cristianas Populares bajo el lema orientador “Una esperanza sin certezas, un amor sin condiciones”, expresamos con este comunicado nuestra satisfacción por el común sentir en el análisis y valoración de la cultura de nuestro tiempo, y en el papel que podemos representar las personas que buscamos un mundo mejor.
Desde hace muchos años hemos deseado dirigir nuestra mirada al mundo de los más necesitados. Hemos procurado ponernos en el lugar de las personas excluidas, maltratadas, paradas, sin papeles. Hemos intentado proyectar nuestra compasión activa en tantos lugares donde el trabajo asalariado se degrada en una nueva pobreza; en estas costas donde unos tomamos el sol y otros se han ahogado bajo la luna. Y nos hemos sentido animados por nuestros semejantes de terceros países o mundos que luchan por su liberación y por la regeneración de la casa común, el planeta tierra. Y todo eso lo hemos procurado desde la referencia a Jesús de Nazaret.
En el encuentro de estos días hemos renovado ese compromiso de solidaridad pero sobre todo hemos puesto en cuestión las ideas y afectos que motivaban esa solidaridad. Hemos reflexionado sobre el marco religioso en el que nos movíamos. Lo que muchos llaman el paradigma religioso. Y nos hemos despertado a un nuevo talante con el que situarnos ante la realidad, más universal, más laica, simbólica y generosa.
Nuestro mundo ha cambiado profundamente en los últimos decenios. Los descubrimientos científicos y la tecnología tan omnipresente, el pluralismo religioso que nos ofrece valores de gran calidad y a la vez expresiones muy chocantes, las llamadas de la civilidad laica y de los movimientos alternativos en una confluencia democrática cada vez mayor, todo ello nos ha llevado a otro modelo de creencia. Percibimos por todas partes el avance de una perspectiva ecohumanista que se va situando como meta común de muchas personas de buena voluntad, sean agnósticos, ateos, de una u otra religión.
Comprendemos de otra manera el Misterio de la Salvación, contenido principal hasta ahora del cristianismo, nunca formulado así sin embargo por Jesús de Nazaret. Hoy no podemos aceptar que la verdad, y menos una verdad considerada absoluta, proceda de una revelación divina a un pueblo escogido. La secuencia de misterios, Creación, Pecado, Encarnación, Redención, Resurrección y Vida Eterna no es una secuencia temporal de hechos milagrosos. Nos preguntamos si son hechos reales, o si son una gran metáfora de la realidad enigmática en la que vivimos y del drama de la historia humana, ambas sujetas a la evolución, a la limitación, la pérdida y la novedad.
Vemos por el contrario en el mensaje evangélico la manifestación de un amor incondicional que empieza por los más necesitados, como una llamada a eliminar las cruces de este mundo y animar la esperanza común de las personas y el gemido del mundo por su liberación y plenitud. Lo que Jesús llamaba el Reino de Dios
Y por ello invitamos a todos los que nos escuchen a liberarse de los credos absolutistas y a recrear una mentalidad universal de transformación del mundo y de las personas. Una gran coalición por la justicia animada por un amor sin condiciones, que desborda el deber cívico, y una esperanza que no se funda en certezas, sino que comparte la inseguridad de todos los que caminan como Jesús sobre el Mar.
El Morche Torrox Costa (Málaga), 24-26 de noviembre de 2017
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