Dani Vilaró.
Hablamos demasiado poco de Honduras y ya es uno de los países del mundo más peligrosos para los defensores y defensoras de derechos humanos y para el activismo social, en especial el vinculado a la defensa de la tierra y del medio ambiente.
La violencia que sufre la población, protagonizada por la delincuencia organizada, alcanza unos niveles insoportables. El índice de homicidios en Honduras es de 64 personas por cada 100.000 habitantes (por ejemplo, el de España es de 0,6; en Irak, del 48) y obliga cada año a miles de personas a huir del país. Esto no sólo ocurre en Honduras. Toda la región del llamado Triángulo Norte (además de Honduras, Guatemala y El Salvador) soporta niveles de violencia casi bélica, aún sin sufrir ningún conflicto abierto.
Son personas que no se someten a la violencia, que han sido testigos de delitos, que sufren acoso, agresiones y extorsión. Muchos jóvenes tienen que hacer una elección terrible: sumarse a los grupos de delincuentes o huir del país. En Europa, a menudo con la mirada corta, hablamos de la crisis de refugio en el Mediterráneo, pero olvidamos una cuestión importante: que la crisis de personas en movimiento es global, que pasa por doquier. Y que Centroamérica justamente es uno de los puntos calientes y de evolución creciente más preocupante. (más…)
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