Rev. Héctor Fernández (San Salvador)
Instituto Ecuménico Diaconal “Esteban”
San Salvador, El Salvador, Centroamérica.
El Salvador es cada día escenario de confrontación de dos proyectos: uno que trabaja por la vida y otro que insiste en negarla. Nuestra realidad, aunque a algunos no nos guste, es de confrontación de clases.
Pueblo de Dios. Un alto porcentaje de personas nos colocamos a favor de la vida. Nuestras esperanzas transitan por muchas vías, en bastantes ocasiones encontramos puntos de coincidencia. Para algunas personas su esperanza está colocada en el partido de izquierda que se supone trabaja por la vida, algunos confían y se ubican en él son parte o apoyan incondicionalmente lo que haga ese partido y el Poder Ejecutivo, otras coincidimos unos más otros menos con ese partido y gobierno, hacemos nuestro trabajo por la vida desde múltiples y variados espacios llámense estos: iglesias progresistas o con teologías liberadoras, otros en algunas ONGs no gubernamentales, organizaciones sociales, colectivos que trabajan por la vida.
Algunas personas no están organizadas en estas expresiones por la vida, pero desarrollan sus vidas sin provocar daño al prójimo ni su medio ambiente. Todos somos un solo pueblo, en ocasiones con divergencias, pero unidos en la defensa de la vida e intentando ser justos con nosotros mismos y nuestros prójimos. En este pueblo no hay poder económico.
Proyecto faraónico. Hay otras personas que promueven la muerte, aunque sus palabras digan lo contrario, sus hechos les desmienten. Estos tienen sus partidos políticos que representan y defienden sus intereses, uno de esos partidos es el más representativo en sus confabulaciones contra la vida. Estas personas no son todas económicamente poderosas, hay muchos que son económicamente pobres, pero las más poderosas entre ellas, han logrado incorporarles en la mente y corazón ideas e incertezas que aparentemente son positivas, pero en realidad son contrarias a la vida, entre estos, los que más han acumulado riquezas son los que deciden y orientan al resto, para ello se valen de partidos políticos, iglesias de corte conservador, ONGs, sindicalistas, medios de comunicación masiva (casi todos) transportistas y una gremial empresarial. Los que conducen y desorientan a un porcentaje de la población son los económicamente poderosos, la gran burguesía y oligarquía, un grupo minúsculo pero con poder económico.
Estos, desde 2009 perdieron el poder patrimonialista del estado ejercido mediante el Poder Ejecutivo y no han descansado en sus luchas por recuperarlo, día y noche traman sus planes en contra de la vida y lo que es peor los ponen en práctica por todos los medios posibles. Este grupo ha logrado mantener el Poder Judicial, principalmente, mediante un bastión que se ha vuelto de gran importancia: Cuatro magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. El agrupamiento de personas económicamente poderosas tiene un aliado en sectores gubernamentales de Estados Unidos, eso y sus capitales financieros les hace crearse y creerse la falsa idea de que son “todopoderosos”. El mismo mal espíritu le han introyectado en sus patrones de conducta a sus magistrados.
Estos dos grupos son las dos clases que hay en El Salvador. 1
Desde 2009 cuatro “magistrados” de la Sala de lo Constitucional con astucia jurídica perversa afectan negativamente todo aquello que pueda dañar los esfuerzos -que bien o mal- realiza el Poder Ejecutivo para beneficiar al pueblo. Estos “magistrados” cada vez que pronuncian palabra, tratan, pero les es muy difícil enmascarar, su desagrado con los esfuerzos del Poder Ejecutivo, porque de cierta forma, aunque en ocasiones con debilidad, no defiende en su totalidad los intereses de los más ricos y poderosos, que son los que a su vez sostienen a esos cuatro magistrados. Las argucias jurídicas de esos magistrados, en ocasiones lograron engañar a ciertos sectores de la población, pero cada vez más pierden credibilidad ante la mayoría del pueblo.
Lo ocurrido en los últimos días con el sistema de transporte integrado nos vuelve a demostrar que esos “magistrados” no piensan en el beneficio del pueblo, sus corazones y mentes no están motivados por la justicia, sino en la perversidad y por ello manipulan las leyes con la finalidad de afectar a su contrario y de paso –sin importarles- afectan al pueblo más sufrido. Este sistema de transporte probablemente no cumple, en su totalidad, las grandes necesidades y expectativas de un sistema de transporte que el pueblo necesita, pero da muestras de ser el inicio del fin de tantas mafias de transportistas que por muchos años han recibido subsidios de gobiernos, ofreciendo servicios de transporte publico de los peores que hay en América Latina, estos grupo de transportistas son una mafia que por años se ha enquistado en ese sector.
Los cristianos salvadoreños, ciudadanos de este país, estamos convocados por nuestro Dios a hacer el bien, buscar la justicia, hablar y actuar a favor de la vida y defender los derechos de los afligidos y necesitados. En esta situación del SITRAMSS. Los más afligidos y necesitados no son los que nos movilizamos en transporte particular, sino los trabajadores y trabajadoras que se movilizan cada día para sus trabajos, hogares, llevar sus hijos a la escuela. Por ello es necesario que no permitamos que se pierda o se diluya este proyecto en manos de cuatro “magistrados” que no aplican justicia sino que manipulan la ley a su conveniencia y por supuesto en manos de los grupos económicamente poderosos con los cuales hacen confabulación y componendas contrarias a lograr mejores situaciones para el pueblo trabajador.
En términos generales estos cuatro “magistrados” en todo su ejercicio no han dado señales positivas y consistentes a favor de la justicia, la cual es tan necesaria en la vida cotidiana de este país, por ello no es descabellado ni mal intencionado que sectores amplios del pueblo pidan su destitución.
“Abre tu boca, juzga con justicia, y defiende los derechos del afligido y del necesitado. Proverbios 31. 9” Biblia de las Américas.
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