Cuatro años después. Segunda parte del análisis de Gianni Valente. Cuando la fe cristiana es suplantada por la ideología religiosa
GIANNI VALENTE. CIUDAD DEL VATICANO. VaticanInsider
La hostilidad eclesiástica militante contra Papa Francisco, en sus diferentes gradaciones, no tiene precedentes en la historia del los últimos siglos.
El ruido invadente y los ataques, el ritmo obsesivo-compulsivo de los ataques en equipo, con conexiones y frecuencias coordinadas a nivel internacional, de verdadera «guerra de liberación», en contra del actual Sucesor de Pedro por parte de individuos y redes coordinadas mediático-clericales tiene motivaciones prosaicas. Cuando Papa Francisco hizo saltar por los aires los automatismos relacionados con ciertas sedes episcopales tradicionalmente «cardenalicias», quedaron desorientadas las laboriosas estrategias con las que los grupos eclesiásticos «vencedores» ya habían comenzado a situar futuros grandes electores para los Cónclaves de los lustros y décadas del futuro. También los primeros nombramientos episcopales importantes dieron a entender que ya no tenían lugar los juegos y las afiliaciones con los que desde hace tiempo era seleccionada la mayor parte de los obispos. Pero esto no explica todo.
En cierto sentido, los ataques coordinados y sin tregua de las redes en contra de Papa Francisco siguen siendo un misterio, pertenecen al misterio mismo de la Iglesia. En ciertas operaciones que han llevado a cabo los aparatos clericales-mediáticos (interconectados y bien equipados) en contra de Bergoglio se advierte un odio religioso en contra del actual obispo de Roma que no tiene que ver con el nivel «fisiológico» de las objeciones, de las críticas o de los malestares que normalmente se pueden comunicar a un Papa. Parece, por analogía, revelarse la «revelación de los corazones» narrada en los Evangelios, esa de los hombres religiosos que secuestraban incluso la Ley de Dios para alejar la autoridad de Jesús del pueblo, y le tendían trampas para que se contradijera.
- Rigorismo doctrinal secularizado
Este inédito desprecio hacia el Papa por parte de los nuevos y auto-elegidos santos oficios virtuales, que están cazando sus presuntos «resbalones» doctrinales, es el signo de que justamente en esos mismos sectores, doctrinalmente tan aguerridos, la familiaridad «instintiva» con la experiencia cristiana y con la misma doctrina católica ha sido sustituida tácticamente con una ideología religiosa, adornada con palabras y fórmulas cristianas, que ha atrofiado el más esencial y germinal «censos fidei». Una secularización íntima, escondida bajo las demostraciones de fuerza del rigorismo doctrinal, que es más devastador que todas las que favorecen los condicionamientos culturales de matriz mundana (incluidos el relativismo y el nihilismo), justamente porque se da a la sombra de la ideología «cristiana» (Rémi Brague). La campaña orquestada y sin tregua de las brigadas anti-Bergoglio, cuyas raíces son misteriosas, se mueve estratégicamente por líneas patentadas. Los puntos sobre los que concentra sus ataques se pueden identificar con facilidad. En primer lugar tratan de exasperar la polarización pro/contra Papa Francisco, de concentrar la atención y de fomentar la batalla alrededor de su persona. Quieren que pase la idea de que en la actual estación eclesial todo se reduce, en última instancia, a una cuestión de «gustos», opiniones e inclinaciones personales sobre la personalidad de Bergoglio, y que, la partida global en acto, consiste en alinearse u oponerse a las «ideas» del Papa argentino, a sus orientaciones individuales íntimas e incluso a sus defectos y necedades.
- La insistencia sobre los orígenes del jesuita argentino
Esta «reductio» también recurre permanentemente a referencias sobre el origen latinoamericano y jesuítico de Papa Bergoglio. Se insiste en estos dos rasgos para utilizarlos como la matriz de cada uno de los gestos y decisiones del actual obispo de Roma. La «jesuitización» y la «latinoamericanización» de Bergoglio sirven para encasillarlo en estereotipos y esquemas preconfeccionados, para reducir todas sus decisiones (incluidas las sugerencias de reforma y cambio) al mecánico y banal recurso a sus dos arquetipos: uno ignaciano y otro argentino. También ciertos entusiastas «bergoglistas» (como se verá) patrocinan como coordenadas de interpretación exclusivas del Pontificado de Bergoglio esas dos innegables características personales. Y así, acaban, indirectamente, contribuyendo a las operaciones de los que apuestan por ocultar la elementalidad evangélica y sacramental que ha propuesto Bergoglio como vía para la renovación y para rejuvenecer constantemente a la Iglesia. El exceso de atención que solo se concentra en el Papa, aislado de la Iglesia, a largo plazo acaba generando distorsiones y favoreciendo operaciones de manipulación. Quienes atacan con profesionalidad al Papa reinante en el vaticano se aprovechan del énfasis sobre su excepcionalidad innovadora, se enorgullecen de desenmascararla reduciéndola a sus orígenes jesuítico-argentinos, para después acusarlo de romper la continuidad y de una potencial «desviación» con respecto a sus últimos dos predecesores.
- Un circuito que se auto-alimenta
Ninguna de las acusaciones para-doctrinales contra Papa Francisco tienen relaciones genealógicas, ni de lejos, con la Tradición ni con la gran disciplina de la Iglesia. Mucho menos con el magisterio auténtico de los últimos Papas. El Obispo de Roma entra en la mira de los nuevos pequeños y grandes inquisidores simplemente porque no se ha alineado a la línea del partido eclesiástico que ha dominado en las últimas décadas. Ese que durante los Pontificados de Juan Pablo II y de Benedicto XVI produjo un aparato ideológico doctrinal de carácter neoconservador, se proclamó depositario de la hermenéutica «vencedora» de los últimos dos Pontificados y, en la barbarización global e la confrontación eclesial en línea, se esfuerza por convertir el propio arsenal de política eclesiástica en la nueva medida de la ortodoxia y sus prácticas eclesiales. Las estrategias organizadas en contra de Papa Francisco interpretan sus palabras y gestos según las categorías polarizantes de factura anglosajona (liberal – conservador; progresista -tradicionalista) y por ello es el único esquema con el que los anti-Papistas se mueven como peces en el agua, en ese único circuito cerrado y auto-alimentado en el que logran hacer que funcionen sus juegos de roles clericales.
- Escuchar lo que el Papa dice de verdad
Bastaría simplemente la recepción de lo que Papa Francisco dice y hace de vedad, y tal vez seguir el instinto de la fe de los simples que han reconocido su corazón de pastor, para no angustiarse demasiado por todas las enardecidas operaciones anti-Bergoglio, y dejarlas que vuelvan al nido de las auto-ocupaciones clericales. Sin embargo, encuentran filas de entusiastas aedas del nuevo «curso» bergoglista que les ofrecen argumentos y una paradójica fuerza.
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