Este título escandaloso es el que lleva un artículo en el último Economist. Su autor señala que la autoridad papal nunca se ha visto más mermada que cuando monseñor Lefebvre se negó a cerrar la tradicionalista sociedad de San Pío X.
El autor abunda en las razones que todos conocemos: malestar dentro de la Ciudad del Vaticano por unos monseñores que ven su nivel de vida amenazado y malestar fuera, entre los católicos conservadores, que no están de acuerdo en que la misericordia pase antes que la ley. No quieren que los divorciados puedan recibir la eucaristía, están en contra de las relaciones prematrimoniales, de los métodos anticonceptivos y de la homosexualidad que el Papa se ha prestado a modificar.
Para mí resulta novedosa una noticia y es que el mes pasado todo el personal que trabaja en el Vaticano recibió una falsa copia del L'Osservatore Romano ridiculizando a Francisco bajo el epígrafe "Ha contestado", haciendo referencia a la negativa del Papa a responder a los cuatro cardenales disidentes con la encíclica Amoris Laetitia. En el panfleto contesta de una forma sibilina por la que parece estar de acuerdo con el sí y con el no. Esta táctica de agresividad contra el pontífice va en la misma línea que los anuncios que llenaron Roma criticando al Papa, al que llamaban, Frankie, con una indignante falta de respeto.
En general el autor es respetuoso con Bergoglio aunque le echa en cara más contundencia con la pedofilia eclesial. Se queja, como Marie Collins, de la actitud que ha tomado la Congregación para la Doctrina de la Fe, especialmente el cardenal Müller, con la Comisión que fue nombrada para la protección de menores a la que presuntamente bloquearon. No conozco quién tiene razón pero soy consciente de que la pedofilia eclesial ha alejado a muchos de la Iglesia Católica, a los mismos que tienen relaciones prematrimoniales, que usan métodos anticonceptivos y que intentan abrir su pensamiento a los divorciados y vueltos a casar como a los homosexuales.
No es el materialismo la principal causa del abandono eclesial sino que hay muchas otras, a las que el Papa intenta ponerles freno con una actitud menos legalista y más compasiva y misericordiosa. Pero como le sucedió a Cristo, determinada casta eclesiástica, quiere acabar con él. Pienso que son menos, aunque con frecuencia peco de optimismo, lo que me llena de esperanza.
Isabel Gómez Acebo
Religión Digital
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