Carlos Tortín
El desastre financiero desencadenado el año 2008, confirmó una vez más que la economía y el destino de los seres humanos no se pueden dejar en manos de corporaciones privadas. El capitalismo globalizado, a partir de esa crisis, tuvo el momento oportuno para introducir cambios, o al menos poner en movimiento algunos mecanismos de control. Sin embargo, el poder e influencia de esas corporaciones demostraron tener una dimensión superior a la imaginada.
La cumbre del G20, realizada en Londres a comienzos abril del 2009, reunió a jefes de Estado y de gobiernos, para concretar lo tratado en el encuentro preliminar de noviembre 2008 en Washington. Era de suponer que se adoptarían cambios indispensables y urgentes que permitieran poner barreras de contención al capitalismo salvaje, recomponer el rol de los Estados, aunque fuera parcialmente. ··· Ver noticia ···
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