Pedro Serrano
Es una lástima que no podamos ser advertidos y consultados antes de arribar a este perro mundo. Conociendo de antemano la condición y fatalidad humanas, ¿cuántos serían los valientes que vendrían voluntariamente a morar y a morir a este lastimoso valle de la melancolía? Conociendo previamente la presentación, el nudo y el desenlace del relato de nuestras vidas, ¿cuántos locos estarían dispuestos a vivir el drama de sus propias historias?
Ahora bien, una vez aquí, una vez llegados, ya no se trata de que la cruda realidad nos derrumbe, sino de que nos haga más sabios y más fuertes.“¿Qué es lo mejor para los humanos?”, preguntó el rey Midas al sabio Sileno, tutor del joven dios Dionisio. Sileno guardo silencio, pero ante la insistencia de Midas, y riendo, dijo al fin: “Estirpe miserable de un día, hijos del azar y la fatiga: ¿por qué me fuerzas a decir lo que para ti sería muy ventajoso no oír? Lo mejor de todo es totalmente inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor, en segundo lugar, es para ti morir pronto”.
“¿Cuánta verdad se es capaz de soportar sin acabar aplastado por ella?”, observó Nietzsche con gran lucidez. No se trata, según él, de negar la vida, sino de conocer y soportar la verdad radical, pues ahí está la medida del valor del espíritu, el indicador de su grandeza.
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