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sábado, 9 de julio de 2016

¿Son las religiones congénitamente violentas, especialmente en África?


El azote de la violencia castiga brutalmente, en particular a las sociedades y regiones, donde las personas están más empobrecidas y vulnerables. Esta cruel realidad hace sufrir sobre todo a los pueblos africanos.
El problema de la violencia, causada por intereses egoístas y manos humanas, es un hecho muy complejo, en sus mismas raíces y causas profundas,(internas y externas), así como en los medios utilizados con frecuencia escondidos en el anonimato, crueldad e impunidad, y finalmente en las nefastas consecuencias sobre las poblaciones más vulnerables y esclavizadas.
El hecho histórico y actual, relacionado con la complicidad de las religiones en la violencia hace saltar, esta pregunta: ¿Son las religiones esencialmente violentas?
El obispo de Evry Mgr. Michel Dubost reflexiona sobre esta pregunta, en un artículo publicado en ACRE. Mencionaré algunas de sus ideas.
“La religión, como manera de apropiarse y controlar “lo sagrado” a través de gestos, ceremonias, ritos, una moralidad…es congénitamente violenta. Pero la Fe purifica el carácter religioso del ser humano, buscando con realismo el encuentro y experiencia con Dios, despojándose de su tendencia a controlar y abriéndose para acoger al otro.”
Todo ser humano elige entre: ser religioso o no serlo, aunque algunos antropólogos cuestionan esta posibilidad de elección. El vivir como ser religioso significa aceptar un cuadro simbólico, una institución, y de seguir una cierta visión del mundo, formando grupos afines para proteger su identidad.
Esto puede dificultar el diálogo interreligioso cuando el ser religioso que acepta un absoluto, tiende a mirar a los otros con desdén y busca imponer lo suyo a los demás. Encerrarse en su grupo, sin apertura a los demás, es un comportamiento peligroso.
En ciertas culturas africanas y de otros continentes, es con frecuencia muy difícil casarse fuera de su propio grupo étnico-religioso. La falta de encuentro con las personas diferentes, nos hace incapaces de relacionarnos con ellas. Sin esta apertura, cada ser humano puede ser peligroso y manipulador.
La misma laicidad es a veces vivida como una religión-ideología que se quiere imponer sobre los demás. Debe ser vivida de forma respetuosa y solidaria.
El cristiano auténtico debe sentirse en casa por todo el globo y con respeto hacia todas las etnias y religiones, pero sin apropiarse los bienes comunes y promoviendo siempre el bien común.
La humanidad siempre ha conocido conflictos, pero el más grave es que con frecuencia ha buscado sacralizar el conflicto para imponerlo a los demás. El ser humano está dotado de inteligencia para buscar superar los conflictos.
Con frecuencia la religión ha sido instrumentalizada y usada para potenciar el sentimiento tribal y motivar al pueblo para los mayores sacrificios. Las personas violentas siempre tienden a instrumentalizar Dios y la religión. Resulta difícil sacrificar seres humanos sin antes intentar sacralizar la razón para ello.
El Evangelio es absolutamente claro que la Vida es lo primero, y todo lo demás está al servicio de la Vida, y de la Vida en dignidad y en relaciones justas que respetan la diversidad.
La inmensa mayoría de los académicos cristianos, musulmanes, judíos y de otras religiones, coinciden en afirmar, que: el riesgo no está tanto en las religiones mismas sino en convertir las religiones en “ideologías” radicales y violentas que solo persiguen imponerse a los demás por la fuerza, para beneficio de los líderes.
Toda ideología causa violencia, sufrimiento y muerte, sea religiosa, financiera, étnica, política o todo al mismo tiempo.
La pregunta del millón: ¿Cómo puede nuestra sociedad y nuestro sistema de educación potenciar actitudes y comportamientos de integración, justicia social, diálogo y generación de recursos para el bien común?

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