Enviado a la página web de Redes Cristianas
Siempre he creído que la culpa de que exista la corrupción es de los políticos por no poner los medios necesarios a su alcance para combatirla. Pero, después de comprobar que la corrupción sale rentable política y económicamente; después de comprobar como un partido político, enfangado hasta el cogote, gana elecciones y encuestas, he llegado a la conclusión de que la culpa no es solo de los políticos, sino también de aquellos votantes que permiten, consienten y ayudan con sus votos a crear una atmósfera apestosa de impunidad. La democracia también tiene sus perversiones y la dictadura de las mayorías es una de ellas cuando se vota masivamente a un partido corrupto, prepotente y democrático a regañadientes.
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