“Religión digital”, (RD), publica hoy un artículo titulado “Cuatro púrpuras contra Francisco”, que nos presenta la tremenda, implacable y terrible oposición que esos purpurados están practicando contra el Papa. Según el vaticanista Marco Politi, reconocido como uno de los mejores vaticanistas, “El clima es feo. El Papa está en la mitad del río”, no sabemos si desnudo, o no. Mi opinión es que los vaticanistas no nos hacen un gran favor, ni éste, ni el famosísimo Sandro Magister, ni cualquiera de los otros. ¿Por qué afirmo esto? Muy sencillo de entender. Porque estos periodistas especialistas en los misterios, meandros, laberintos, intrigas, chismes, zancadillas y trampas de la Curia vaticana son el órgano de trasmisión de los protagonistas vaticanos, con el resto de humanos, católicos o no. Y acaban por identificarse mucho, o, por lo menos, sentir in interés insuperable por el asunto vaticano. Y hacen como mucho periodistas, que no saben , o no pueden, alejarse lo suficiente del tema central de sus crónicas, artículos, reflexiones e investigaciones. Y a cierto tipo de personas el asunto les interesa mucho. Que se lo pregunten a los ¿periodistas? de la Info Vaticana española.
Pero hace ya un buen número de años, en mi caso, desde la terminación de dos eventos fundamentales en mi vida, el Concilio Vaticano II, y mis estudios de Teología, que, como sé que les pasa a muchos de mis compañeros, a otros clérigos ni compañeros ni conocidos, y a muchos seglares, que el tema “Curia vaticana” no me, nos, interesa ni poco ni mucho. Antes de este desinterés, la lejanía, el aura de misterio, la vitola de solemnidad, de importancia y de altísima preparación con la que nos presentaban a estos reverentísimos y hasta eminentísimos personajes, hacían que los considerásemos dignísimos, por encima de toda sospecha, y ocupados, sobre todo, en procurar el bien de la Iglesia. Y al desinterés hemos sumado, si no el desprecio, si la sospecha de que sus intereses no son tan sagrados y respetables como nos hacían suponer, abusando de nuestra benigna y desinformada ingenuidad.
Pero esto acabó. Estamos viendo a tanto y tan alto cardenal, o así los consideran, afirmar tales tonterías, tal sarta de majaderías, tal cúmulo de imprecisiones filosóficas, morales, teológicas, no digamos bíblicas, sino hasta canónicas, que, a decir verdad, les hemos perdido no el respeto, pero sí esa presunción de santa y eclesial inteligencia, y de una dedicación altruista en beneficio de toda la comunidad cristiana. Que todavía se enreden, inquieten y hasta escandalicen con el tema de la comunión de los divorciados vueltos a casar, cuando hace casi 50 años, en mi caso, exactamente, los que van desde 1972 hasta hoy, es decir, 44 años, hace todo este tiempo, como digo, que los curas de a pie no negamos la comunión a los creyentes que quieren continuar siendo seguidores de Jesús, que esa reacción de los purpurados y otros prelados nos causa, más que hilaridad, pena.
Y la razón que nos lleva a actuar de esa forma es muy simple: haber leído, emocionadamente, con gratitud, y con gozo, el capítulo 6º del Evangelio de San Juan, y los relatos de la institución de la Eucaristía, en la “Última Cena”, con los mandatos, ¡no consejos!, que da el Señor: “tomad, bebed, haced esto en memoria mía”. En nuestra lengua española estos tiempos verbales son del “imperativo”, reflejan una orden. Y a los escrupulosos cuatro cardenales de los que hoy habla Religión Digital (RD) les quiero recordar que en la Cena, con el Señor, estaba, y comulgó, Judas. ¿Habrán leído estos purpurados estos textos tan conocidos? ¿Pensarán en su opulencia que los cristianos haremos más caso a sus ideas peregrinas, que a la Palabra del Señor?
Por eso, admiro, respeto, y aplaudo al papa Francisco, que teniendo poder y toda legitimidad para retirar a esos cardenales de sus altos puestos, los mira con consideración, y mucho más cariño que ellos le profesan, y los deja seguir en sus puestos, en un rasgo no solo de fraternidad y perdón cristiano, sino de personalidad psicológica segura, fuerte y equilibrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario