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viernes, 26 de febrero de 2016

Visita del papa a Mexico Emilia Robles-Proconcil


Estimado/a amigo/a:
La visita del Papa a México ha tenido una extrema complejidad. Toda la complejidad de cualquier visita pastoral y de estado, unido a las vicisitudes y lacras que está sufriendo el pueblo mexicano, al tiempo que posee enormes riquezas humanas y comunitarias en su diversidad, no siempre reconocidas ni desarrolladas.
La visita está siendo extraordinariamente alabada por muchos medios de comunicación y sigue siendo analizada en profundidad por diversos grupos, como reflejo del impacto social que ha producido. En esta visita el Papa ha contemplado temas como el de la justicia social, la lucha contra la corrupción, la comunión con las familias de muertos y desaparecidos, el reconocimiento de las poblaciones indígenas, la inculturación de la liturgia, valores familiares y comunitarios, ministerios y servicios en la comunidad, etc; y, además, en el transcurso del viaje hacia México ha tenido lugar el emblemático encuentro en Cuba con el patriarca ortodoxo Kirill, que puede significar la ruptura de un impasse en el camino ecuménico y un acicate para el diálogo interreligioso.


No sólo han resultado significativas las palabas y los gestos del papa sino también los espacios y contextos. No es igual decir unas cosas en un lugar que en otro. Que el encuentro de Francisco y Kirill haya tenido lugar en Cuba tiene un significado especial. Hablar en Chiapas con los indígenas, en una determinada cárcel con los presos, en Ciudad Juárez con las mujeres, en Morelia con los niños…de determinados temas candentes, tiene una fuerza especial, que confiere mucho más poder a lo que se dice y conecta también con los corazones y con los compromisos de vida, no sólo con el raciocinio.
Otro elemento que le aporta fuerza y credibilidad a las palabras del papa es que ha criticado a la par las estructuras sociales y las eclesiásticas. Ha llamado a la conversión desde el evangelio, tanto a políticos como a obispos. Cuando la Iglesia defiende los derechos humanos y no muestra su coherencia con esta petición, pierde credibilidad. Pero no es el caso de Francisco, que quiere limpieza dentro y fuera.
Lo que atrae profundamente a algunos de este Papa es que es como si estuviéramos viendo de nuevo a Jesús en la época actual. En la Iglesia hay muchos profetas verdaderos, tal como en la antigüedad los había y todos ellos expresan el grito de Dios. Pero Francisco nos acerca de una forma especial al estilo de Jesús.
Y eso debería hacernos pensar que todo lo que admiramos en él, lo llevamos dentro como potencialidad de Cristo que habita en nosotros y que nos induce a ser y construir su Iglesia. Es decir, que con ayuda de la oración y con la gracia, podemos ir por la vida con esas actitudes, aunque ahora nos parezca imposible y aunque nuestros estilos o lenguajes sean diferentes.
Otras cosas son meramente anécdotas de la personalidad de este papa, que nos pueden hacer -muy legítimamente- más o menos gracia, regocijarnos, encantarnos, o extrañarnos, de acuerdo con nuestras formas culturales y nuestra idiosincrasia. Pero no es lo principal. Lo principal es esa semilla de Misericordia que vive en nosotros, que nos quedará el día en el que nuestro Francisco, al que Dios guarde, no ocupe el puesto que hoy tiene en la Iglesia.
Evidentemente, cada vez se hace más patente que hay gente que no quiere ser ni hacer la Iglesia que Francisco está expresando con su vida y con el ejercicio de su servicio. Recurren a la calumnia, al desprestigio, a la confusión y enarbolan valores absolutos, que poco tienen que ver con el Evangelio. Y esto pone de relieve los límites de la conciliaridad. Nosotros, que venimos defendiendo el diálogo constructivo y caritativo dentro de la Iglesia, con las otras confesiones, con la sociedad, en la familia, etc, reconocemos que no todo es conciliable. Lo importante es no tirar nunca la toalla fácilmente; y seguir mirando a los otros como hermanos con fe, esperanza y caridad, aunque haya conductas suyas que nos resulten moral y cristianamente inaceptables y denunciables.

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