“Ayúdame, Papa Francisco, pon un poco de alivio en mi alma rota y en mis ojos tristes”
“Publíquelo, publíquelo”. Me lo dijo dos veces seguidas, con indignación en la mirada. Eran las 7:30 del martes, día 15 de septiembre. Le acababa de presentar el reportaje sobre la denuncia de los abusos de la Comunidad misionera de San Pablo Apóstol (MCSPA). Y tras leer los titulares, el Papa me miró fijamente y me urgió a publicarlo. Como si necesitase ayuda. Como si confesase que no podía limpiar la Iglesia con la determinación y la prisa que quisiese. Aunque éstas ya son impresiones mías. Lo único que me dijo Francisco fue esa palabra repetida y subrayada con tono perentorio. ··· Ver noticia
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