Sucede que la CEE, a propósito o no, el caso es que nos sigue engañando, porque no cumple lo que tantas veces ha prometido. Me refiero a los cambios, que se hacían indispensables, y lo siguen siendo, cada vez más, en los medios de comunicación de propiedad de la Iglesia-Institución, los que la gente dice “de los curas”. Por un lado, la Cope, que acaba de hacer un fichaje de tronío, contratando a un locutor de radio famosísimo, que, además de la simpatía que dicen que irradia, porque yo no lo sé, dudo que se caracterice por sus conocimientos, y una cultura que le permitan transmitir valores evangélicos con hondura, claridad y convicción.
Continuamos con la “línea de la Cope”, con invitados y tertulianos cuyo estilo son bien conocidos, y no siempre concordes con los objetivos que el ideario de la cadena proclama, como los tres primeros, “Difundir la doctrina y actividades de la Iglesia Católica. Orientar a la opinión pública con criterio cristiano. Colaborar en la promoción humana, social y cultural de la sociedad en general”. Mi queja no es que no cumplan directamente, o abandonen estos objetivos, aunque a veces da la impresión de que sí, sino que parecen considerar que la Iglesia tenga pensamiento único, y se da la coincidencia, curiosa, de que la interpretación y la orientación de los criterios eclesiales que se difunden son siempre de una, y siempre la misma, línea. Como si no hubiera en la Iglesia española una riqueza de pensamientos y de pensadores, teólogos, biblistas, pastoralistas, y hasta seglares católicos preparadísimos en una línea mucho más abierta, y del tipo de Francisco, que la que nos ha ofrecido la Cope, y temo siga ofreciéndonos.
Y lo de 13TV sigue exactamente igual de penoso, de indigno, a veces, de aberrante, en los comentarios y valoraciones de acontecimientos y personas. Se sigue dando caña a los mismos, y a lo mismo, rezumando todo menos comprensión, misericordia, y dulzura evangélicos. El otro día, en el programa “EL cascabel” sufrí tal ataque de indignación, que no soporté la mala leche que rezumaba el programa ni cinco minutos. No presentaré la lista de tertulianos, porque no es que sean todos de la línea más conservadora posible, sino que algunos nombres dan vergüenza ajena, vista su trayectoria y su manera de pensar. Y no es eso lo peor, sino que el 80% (no exagero, sí, ocho de cada 10), dan la impresión de que compiten a ver quién es el más hiriente, y, encima, buscando también quien el más gracioso en sus ataques, chanzas y hasta insultos. Ridiculizando sin piedad a sus hipotéticos adversarios, sin entrar nunca, seriamente, en el posible valor y acierto de muchas de las opiniones o teorías, o acciones, que critican.
Lo peor es que este engendro de mal gusto, que puede llegar hasta lo sórdido en la falta de delicadeza y respeto que debería ser el santo y seña de un medio propiedad de la Iglesia-Institución, (siempre pongo Institución, porque la Iglesia somos el “Pueblo de Dios”, y muchos de este pueblo no comulgamos, de ninguna manera, con el contenido y las formas de esta cadena, pues lo peor, como digo, es que no solo no ayuda a la financiación de la Iglesia, sino que ofrece pérdidas. Hace un año afloró una de 38,5 millones, lo que provocó una drástica reducción de capital.
Porque, ¿alguno de nuestros obispos de la CEE se ha ocupado en presenciar alguna vez esa bochornosa tertulia? ¿A alguno de ellos le ha gustado? ¿De verdad piensa, D. Ricardo Blázquez, señor presidente de la CEE, que con esos contenidos, y esas formas, -y si aquellos son malos, éstas son horribles-, puede aumentar la audiencia de la 13Tv, para que, aunque no fuera una fuente frondosa de financiación, pudiera, por lo menos, ser un vehículo eficaz de evangelización y de información cristiana?
(Nota: por cierto, ¿qué pasa con la Web de la CEE, que ofrece muchas más fotos, sin comparación, de su antigua composición que de la actual, con Rouco Varela y Martínez Camino omnipresentes, y que apenas he encontrado, entre más de cien, solo una foto con los tres obispos, presidente, vicepresidente actuales, y el arzobispo de Barcelona, que he publicado? ¿No será este un síntoma que explique lo que he escrito en el artículo? Si fuese así, habría que denunciarlo de todos los modos y formas posibles.
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