Reconozco como superhábil el manejo para condicionar y moldear la opinión de quienes simplemente se guian por esta información mediática interesada y manipuladora.
La verdad es otra: en Venezuela desde la llegada de Hugo Chavez ha regido una democracia acreditada en todas las elecciones por la voluntad del pueblo depositada limpia y libremente en las urnas. Ni una sola, pudo ganar la oposición. En la última, ya con Maduro creyeron que , toda la oposición unida, podían ganar. Y de nuevo perdieron por más de tres millones de votos. Y esto es lo que exasperados no aceptaron ni estaban dispuestos a tolerar y diseñaron otra estrategia de oposición violenta , antidemocrática, para desestabilizar el país, y poder tumbar a un Gobierno , que no habían podido lograr democráticamente.
Ninguno de estos grandes medios nos cuentan los avances y logros de la revolución bolivariana si se la compara con los Gobiernos de los 70 años anteriores: ha habido en tan solo 10 años un incremento del gasto social de 772.000 millones de dólares; construcción de más de 700.000 viviendas; la escolarización de niños ha pasado de 6 millones (1998) a 113 millones (2013); construcción de 22 nuevas universidades; aumento de profesores de 65.00 a 350.00; enseñanza pública totalmente gratuita desde la infancia hasta la universidad; personas con pensión antes de Chavez 387.000, ahora 2.100.000; médicos por 10.000 habitantes en 1998,18;, en el 20, 58; país con el nivel más bajo de desigualdad (según el Coeficiente Gini): Venezuela; salario mínimo en 1998 lo equivalente a 16 dólares, en 2012 son 330 dólares; extracción anual de petróleo 500.000 mil millones de barriles, ahora mil millones; medios de comunicación en propiedad y control privado (no estatal) en torno al 80 %, etc.
Lo que es una democracia se defiende ejerciendo en ella la oposición democráticamente (debate, diálogo, cooperación, oposición leal…) no con violencia e inmoralmente. No se trata de restablecer la democracia en Venezuela, sino de aceptarla, mal que no responda a los intereses, monopolios y privilegios de ciertas minorías del país y otras foráneas.
Los denominados y más ensalzados opositores de la revolución bolivariana no son demócrata, ni disidentes políticos sino , como han dicho diputados del Congreso español, criminales , que actúan fuera de ley, y merecen la cárcel. Demasiado saben los grandes medios de comunicación quiénes son esos opositores y, sin embargo, los presentan ante la opinión pública como héroes de la resistencia y víctimas.
¿Por qué , aceptada con admiración su enorme e innegable calidad periodística, no se publica la posición de Eduardo Galeano (y otros) referente a Venezuela con el relieve con que se hace por ejemplo
con Mario Vargas Llosa?
Afortunadamente, aun sin el espacio público de esos grandes medios y sin la omnipotencia de su “ilimitada e “inmoral” libertad, disponemos de otra información, -amplia y contrastada- que nos permite librarnos del engaño e hipocresía de quienes nos dicen servir a la democracia, a los derechos humanos, a la libertad de expresión, emancipación de los pueblos y otras retóricas resabidas.
Benjamín Forcano
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