ECLESALIA, 01/01/15.- Tengo tendencia a mirar hacia adelante, a pesar de que el pasado con todos los recuerdos que conlleva no me deja ni mucho menos indiferente, en el sentido que me gusta traerlo a la mente de vez en cuando para revivir los momentos buenos que me aportó y de paso también para rechazar una vez más aquellas meteduras de pata que tanto mal me hicieron o que yo provoqué en otras personas.
A pesar de que el tiempo sea cíclico, no en vano cada 365 días tenemos un año, 12 meses, 52 semanas, etc., no quiere decir que cada vez que llega venga con las mismas cosas bajo el brazo. Porque, al fin y al cabo, los dueños del tiempo somos las personas quienes con nuestro actuar y devenir lo llenamos de sentido o de falta del mismo.
Iniciamos un nuevo año. ¡Otro más dirán algunos! Para otros no supondrá sino ir pasando la vida en espera de vete a saber qué o sencillamente aguantar lo que nos echen, según unos terceros.
Sea como fuere, lo que es cierto es que los protagonistas de este tiempo con todo lo que conlleva somos las personas, hombres y mujeres de aquí y de más allá que intentamos afrontarlo con más o menos dosis de ilusión y de esperanza. Sí, hombres y mujeres, como individuos o agrupados en colectivos, comunidades, asociaciones, etc. Digo esto, porque al comenzar un nuevo año, en este caso el 2015, estaría bien que fuéramos capaces de lanzar la vista, si no la de los ojos, sí la del corazón, lo más lejos posible y ensanchar horizontes que nos ayuden a tomar conciencia de que somos hombres y mujeres que formamos un único mundo. Hombres y mujeres que exteriormente podemos tener diferencias, se me ocurre pensar en estos momentos en el color de la piel, en las ideologías o en las creencias, por citar solo algunas. Pero que, en cambio, por lo que al interior se refiere todas y todos tenemos en común algo tan importante como es un corazón hecho exclusivamente para amar, a pesar de que a veces el odio y el egoísmo se apodere del mismo.
Leía hace muy pocos días palabras tales como que “En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio”. No son palabras de ningún santo ni tampoco de ningún místico; son precisamente de uno de los representantes más importantes del existencialismo como es Albert Camus.
Estoy convencido que unos cuantos, no sé si muchos o pocos, dirán que hay que tener valor para recordar esto en los tiempos que corren. Si queréis salimos de nuestro país, pero creo que no hace falta hacerlo. Hemos vivido en el 2014 que acaba de finalizar, o por lo menos muchos lo han experimentando en propia carne, mentiras, atropellos, inhumanidad, falta de ética, injusticias por doquier y un etc. que sería demasiado largo. Sin embargo sería injusto a todas luces no decir que hemos vivido también solidaridad en grandes dosis, voces denunciando el mal en todas sus facetas, gente gritando en la calle contra la prepotencia de los poderosos y exigiendo la regeneración de los valores de la convivencia, etc.
No se trata ahora de sospesar en una balanza en qué parte hay más ni saber si son más los buenos que los malos o, si preferís, que los menos buenos. Los seres humanos no podemos convertirnos en pesas y medidas o reducirnos a porcentajes. Quizás el mal haya estado tantas veces en mirar la vida desde estos parámetros.
Sería muy conformista por mi parte acabar esta humilde reflexión deseando no sé qué cosas en este nuevo 2015 que comienza; no quiero ir por la senda de los deseos, pues acostumbran a servir de bien poco, por no decir de nada la mayor parte de las veces. Por ello os rogaría que me permitierais ser un tanto osado como para pediros una cosa (podéis estar bien seguros/as que antes que a vosotros/as me lo he pedido yo a mismo): que os esforzaseis, un poco más si ya lo hacéis, de cara a intentar descubrir lo bueno que hay en toda persona, que es mucho, ya lo veréis. Si lo hacéis os daréis cuenta que la vida de los demás no es solo un impedimento sino lo más grande que existe para poder realizar cosas maravillosas que posiblemente nunca hubierais imaginado que fuerais capaces de llevar a cabo. Si es así, será difícil que el desprecio hacia la otra persona llegue a superar la admiración hacia todo lo bueno que contiene el corazón de la misma.
joanzapatero@gmail.com
SANT FELIU DE LLOBREGAT (BARCELONA).
(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
No hay comentarios:
Publicar un comentario