Sr Ministro, hace unos días asistía al concierto de Navidad de un magnífico coro. El concierto acababa con aquello del “Noche de paz” y del “Adeste fideles” que, seguramente, Vd. como yo habrá escuchado y cantado, incluso con emoción, más de una vez. Al llegar a mi habitación, he visto la prensa. Y una noticia me ha estremecido: tres bebés ahogados en una patera en el Estrecho. ¡Tres bebés!.
Sé que esta carta es inútil, absolutamente inútil. Vd. no la va a leer. Y si alguien de su servicio de prensa se la hace llegar, la considerará con desprecio: “bueno sí, otra de los curas” “y además de los jesuitas, que ya se sabe…”. No sé qué les dan de beber a Vds. cuando acceden a determinados cargos que les hace insensibles al sufrimiento de la gente. Una carta, que, además de estremecida, es inútil para Vd. y sin embargo, necesaria para mí ··· Ver noticia ···
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