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miércoles, 21 de enero de 2015

Somos semitas, árabes, judíos y, algunos, cristianos José Carlos García Fajardo


Los árabes, los nabateos y otros pueblos son tan semitas como los israelitas, hebreos o judíos. Nosotros, muchos occidentales europeos y americanos, también tenemos un componente semita sin el cual perderíamos nuestras señas de identidad.
En algunos medios nos inundan con propaganda dirigida a minusvalorar la impresionante civilización árabe-musulmana expresada en diversas culturas. Reconozcamos la aportación a la historia de la humanidad de la civilización árabe musulmana así como a las aportaciones de tradiciones y culturas judías que han contribuido al progreso y a la civilización. Son imprescindibles para desenmascarar un pretendido antisemitismo que sirve a algunos sectarios que han llegado a apropiarse del concepto de “semita”.  Están contra la razón y la inteligencia quienes olvidan el tronco que sostiene las tradiciones judías, cristianas y musulmanas que se expande en ramajes y frutos.

Los árabes, los nabateos y otros pueblos son tan semitas como los israelitas, hebreos o judíos. Nosotros, muchos occidentales europeos y americanos, también tenemos un componente semita sin el cual perderíamos nuestras señas de identidad. Tanto los componentes greco romanos, como judío cristianos son inseparables de los aportes árabe musulmanes sin los cuales sería incomprensible la verdadera naturaleza  de muchas culturas europeas, y por extensión de toda América.

No hablamos de los israelíes que son los ciudadanos del Estado de Israel, desde 1945, cuando se creó ese Estado bajo los auspicios de la ONU. Antes no había “israelíes”, y desde entonces, entre los ciudadanos del nuevo Estado muchos eran judíos, otros musulmanes y otros cristianos. Han distorsionado el mejor sionismo en su aventura de crear: ארץ ישראל Eretz Yisrael el Gran Israel, Pueblo de Israel, que no ha existido como sujeto de derecho al menos del año 70, pero que explota el victimismo por las persecuciones que los judíos habían padecido a lo largo de la historia, pero sobre todo desde la persecución nazi que culminó en el Holocausto.
Por el mundo existen muchas personas que poseen los dos pasaportes, el de su Estado de origen y residencia y el del Estado de Israel. Es una pretensión disfrutar de las ventajas del país de origen y de una supranacionalidad que les podría permitir actuar financieramente desde la mítica capital Jerusalén, convertida en capital de un paraíso fiscal con numerus clausus y, a la vez, formar parte del poderoso lobby judío. Estos prepotentes, que no el pueblo judío ni los ciudadanos de Israel, son responsables de malentendidos e incomprensiones que padecen honorables personas que pertenecen a la rica tradición cultural hebrea. Hoy ya no se puede hablar del componente religioso como fundamental ya que gran parte de estos propagandistas profesan la religión del poder y la de una pretendida superioridad que sin rubor enlazan con el mítico concepto de pertenecer a un pueblo elegido, “elegidos”. ¿por quién?

Es urgente considerar a los ciudadanos del Estado de Israel distinguiéndolos de los millones de judíos que viven en el mundo, pagando sus impuestos, sirviendo en sus ejércitos, respetando sus leyes y cooperando en el progreso de esas naciones, que son las suyas. Sólo el mutuo reconocimiento y respeto podrá llevarnos a un mañana más justo, libre y habitable.

El Estado de Israel ya es un hecho refrendado por la comunidad de naciones y que merece nuestro respeto. Lo injusto es que los palestinos no puedan disfrutar de los mismos derechos que los israelíes en Estado de Palestina. ¿Por qué no han cumplido las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que les obliga a reconocer y a retirarse a las fronteras de 1976? ¿Por qué esa locura agresiva de la construcción del Muro en muchos tramos sobre tierras que pertenecen a los palestinos? ¿Por qué se han apoderado de aguas que regaban sus campos e impiden la libre circulación entre naturales de unas mismas tierras, los palestinos, con la construcción de ese muro de la infamia que no puede generar más que reacciones por los despojados y exiliados en campos desde hace más de cuarenta años? ¿Es que los más de cinco millones de palestinos desterrados no tienen derechos? ¿O lo que ellos hacen de manera tan lamentable es terrorismo y lo que hacen los gobiernos de Israel no es otra cosa que terrorismo de Estado? Han construido colonias ilegales en tierras que no les pertenecen. No sirve decir que lo hacen para garantizar su seguridad. Ese es el criterio  de los dictadores, déspotas y tiranos que pretenden aplicar la teoría del espacio vital Das Lebensraum y la guerra preventiva, en espera de proclamar la teoría de las fronteras naturales. ¿Establecidas por quién?
Nos declaramos mestizos semitas descendientes de judíos y de árabes y exigimos la paz como fruto de la justicia sin condiciones porque ninguna víctima civil es un daño colateral sino que todas son nuestras.


José Carlos García Fajardo
Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Director del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)
Twitter: @GarciafajardoJC

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