Que entre tantos titulares con olor a indecencia todavía se pueda encontrar alguno que haga referencia al comportamiento intachable de algunas personas, resulta muy reconfortante y esperanzador. Y no anda nuestro país sobrado de integridad y virtud, al menos a nivel de telediarios y portadas, como para dejar pasar la ocasión sin destacar aquellas noticias que nos devuelven la fe en el ser humano.
Al parecer, un nigeriano que vende pañuelos en las calles de Sevilla ha entregado a la policía una cartera que se le cayó del coche a un conductor y que contenía 3.150 euros, seis cheques por valor de 13.000 euros y diversa documentación. Sin duda, un gesto ejemplar que honra a este buen hombre que tiene todo mi respeto y admiración.
¿Cuántos pasaríamos esta prueba de honradez si nos sometieran a ella? La conciencia, entendida como el discernimiento interior de lo que está bien y mal, es tan elástica que cada uno la estira o la encoge hasta donde su fuero interno le permite. Cada uno tiene los escrúpulos que le da la gana. Algunos por un euro devuelto de más en un cambio sienten desasosiego; otros, en cambio, por apropiarse de millones de euros sienten una paz interior casi mística.
Valladolid
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