Dicen los no creyentes que cuando uno se muere ahí se acaba todo. Pero yo, que también soy un incrédulo, digo que de alguna manera no morimos nunca. Solo nos trasformamos, nos dispersamos, nos sublimamos. Cambiamos de aspecto, de textura, pero no desaparecemos.
Al fin y al cabo, seguimos formando parte de un universo inconmensurable e ignoto. Qué importa el estado, la forma o la consciencia de nuestra realidad. Lo que importa es que seguimos ahí. Qué importa ser hombre, árbol, viento, roca, agua o fuego. Lo que importa es que siempre estamos aquí o allí formando parte de alguna comunidad de átomos.
Como quiera que sea, lo que a mí me gustaría es vivir y morir a mi antojo. Lo que a mí me gustaría es poder vivir y morir a ratos, según la ocasión. Lo que a mí me gustaría es vivir sintiendo y morir disintiendo. Lo que a mí me gustaría es saber si vivo, si muero o si solo se trata de un desvelo.
. Valladolid
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