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jueves, 27 de noviembre de 2014

Dos efemérides doloras que implican a las altas jerarquías católicas y protestantes Rodolfo Cortés Calderón

Hace cinco lustros, en 1989, se dieron dos hechos históricos que conmovieron el mundo, tanto seglar, como cristiano: La caída del muro de Berlín, el 09 de noviembre y el asesinato de los seis jesuitas de la UCA y dos de sus empleadas en El Salvador el 16 de noviembre: Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín-Baró, Joaquín López, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno, Elba Ramos y Celina Ramos
Estos dos acontecimientos históricos es necesario verlos en su verdadero contexto, con objetividad y no desde ideas dogmáticas, más cuando están estrechamente vinculados a horribles asesinatos, masacres, hegemonía financiera e ideas imperiales.
Ya desde los albores de los años 1900 se dieron en América Latina una serie de masacres y asesinatos de civiles creyentes o no, católicos y no católicos, y en Europa hechos dolorosos producto de las dos guerras mundiales y su secuela la guerra fría, que debemos conocer con precisión para entender mejor la historia.
Por ejemplo en Latinoamérica, concretamente en El Salvador, en 1932, se dio la masacre que responsabiliza al dictador Maximiliano Martínez que produjo la muerte de 30,000 campesinos, campesinas e indígenas; la masacres de La Arada en 1980 por el gobierno militar salvadoreño; el asesinato del padre Rutilio Grande, 1977, de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, 1980 y la masacre de los Jesuitas. En Nicaragua durante la dictadura de la familia Somoza donde se asesinaron más de 100,000 personas y en 1967 en la avenida Roosevelt fueron masacradas 1500 personas. En Guatemala, la masacre de la familia Menchú y otros en la embajada de España; el asesinato de Monseñor Juan José Gerardi Conedera y los miles de niños, mujeres, ancianos asesinados de comunidades indígenas en operaciones militares llamadas Tierra Arrasada. En Honduras las masacres de Los Horcones, donde asesinaron a los sacerdotes Iván Betancourt y Casimiro Zipper y 11 personas más; de la Talanquera donde masacraron varios campesinos y Patuca donde murieron el Dr. Mata, Jorge A. Maldonado, Juan Ramón Dermith, el padre Guadalupe Carney y otros prominentes ciudadanos. Estos son sólo unos pocos casos como muestra.
Por el lado del viejo continente, las dos guerras mundiales, principalmente la segunda, dejaron como lastres millones de muertos y la guerra fría. Sin olvidar los 150,000 muertos entre asesinados y desaparecidos que dejó la Guerra Española que impuso el dictador del nacional-catolicismo Francisco Franco primero, y la monarquía española presidida por Juan Carlos de Borbón, después. Además no se debe olvidar el gobierno genocida de Alemania presidido por Adolfo Hitler, 1933-1945, que originó la muerte de 17 millones de personas de diferentes nacionalidades. Sin olvidar las matanzas de los dictadores Benito Mussolini en Italia y otros nefastos tiranos europeos.
Desde nuestra infancia estrictamente católica hasta nuestros días hemos conocido en la medida de lo posible las trayectorias de los papas Pío XII, Juan XXIII, Paulo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II (Wojtyla), Benedicto XVI (Ratzinger) y el actual Francisco, Jorge Mario Bergoglio, de origen argentino. De los que más hemos leído indudablemente es de Wojtyla y Ratzinger, quienes nos parece han hecho más daño que bien a la humanidad y al cristianismo. El problema no está en “señalar o acusar, sino en enmendar”, escribió en un reciente escrito el teólogo español de la liberación José María Castillo, expulsado por el papa Ratzinger en 1988, sin embargo, no se puede enmendar sino señalamos y si señalamos con objetividad es posible que algún día se corrijan estos entuertos.
Es posible que dentro de la historia del catolicismo haya existido algún papa con verdaderas características humanas y de santidad, pero la gran mayoría han estado a favor de los imperios, las clases dominantes y los sistemas explotadores, por eso no es plausible la santificación de ninguno. Los dos últimos papas anteriores a Francisco, han sido pro imperialistas, capitalistas y con las manos metidas en el sistema financiero mundial. Criticaron con vehemencia el comunismo de la ex Unión Soviética, hasta favorecer su caída, pero para fortalecer el sistema capitalista imperial que les dejaba buenos dividendos y del cual forma parte el Banco del Vaticano. Se benefician, además, al igual que las iglesias protestantes (evangélicas) de los beneficios que les da el poder financiero por eso nunca enfrentaron las salvajadas del nazismo y del capitalismo inhumano y asesino. Todas estas jerarquías eclesiales aun reciben del impuesto obligado de parte de los ciudadanos alemanes por haber callado las matanzas del holocausto nazi; por eso estas iglesias son tan poderosas financieramente, que ayudaron a derrocar el comunismo y a poner los primeros papas extraños a la curia romana: Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger. Por eso cayó la Unión Soviética y todos sus estados miembros simbolizado en el muro de Berlín, no era tal que por la libertad, la paz y el bienestar mundial de la humanidad, era para mantener subyugado al mundo en lo que ahora se llama el poder unipolar con Estados Unidos y la Unión Europea a la cabeza. En el sistema comunista hubo bastantes aspectos buenos que favorecieron la humanidad y el desarrollo, indudablemente como en todo gobierno hay quienes se extralimitan y conculcan los derechos, pero eso no significa que el capitalismo imperialista no lo haga. Es peor.
Veinticinco años después de la “reunificación” de las dos Alemania (Federal y Democrática) las diferencias entre ambas son abismales. Las grandes empresas y los derechos sociales que existían en la Alemania Democrática han desaparecido; las áreas productivas están abandonadas; los niveles de desempleo son alarmantes y la pobreza ha crecido. No hay tales que la reunificación mantuvo un sistema único de beneficio y prosperidad para todos los ciudadanos alemanes. Los alemanes occidentales (y cristianos?) se niegan a compartir sus beneficios con los orientales.
En todas estas guerras, masacres y asesinatos de América Latina y Europa las iglesias Católica y Protestante (Evangélica) históricamente han tenido responsabilidad y complicidad. Fueron incapaces, principalmente la Católica, de defender la sociedad, la feligresía, los sacerdotes y hasta los obispos. Por eso Wojtyla fue tan indiferente ante el asesinato y canonización de los monseñores Óscar Romero y Gerardi. Prefirió callar y ponerse del lado del imperio. Cuando Wojtyla visitó El Salvador el año 1983, llegó a hurtadillas a visitar la tumba de monseñor Romero y jamás uso la vehemencia y fuerza utilizadas para canonizar a monseñor Romero, como la practicada para fomentar el derrocamiento del gobierno sandinista de Nicaragua o la Unión Soviética, URSS. Siempre demostró su carácter pro-capitalista, por eso proscribió a centenares de laicos, sacerdotes, obispos y arzobispos dignos y comprometidos con la Teología de la Liberación.
Hoy día el papa Francisco parece interesado en subsanar todos los daños que la jerarquía eclesiástica católica ha hecho a la humanidad alrededor del mundo y de la historia. ¡VEREMOS HASTA DONDE LLEGA O HASTA DONDE LO DEJAN LLEGAR LOS IMPERIALISTAS DEL SIGNO QUE SEAN!
Nuestra honra a todos los mártires, creyentes o no, caídos en el Siglo XX por la construcción de un mundo más humano a favor de la justicia, la paz y la solidaridad entre los pueblos. Estos son nuestros verdaderos SANTOS y SANTAS, aunque el Vaticano no los reconozca, pero el pueblo los eleva y enaltece en su memoria.
20 de noviembre 2014.

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