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ATALAYA

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lunes, 15 de septiembre de 2014

Colombia. La homofobia produjo un suicidio. Las autoridades de un colegio católico le impidieron vivir a un joven gay, d Héctor Alfonso Torres Rojas, Licenciado en Teología y en Sociología


“Mi sexualidad no es mi pecado, es mi propio paraíso”, Sergio David
“Yo también fui Sergio”, una frase continuamente proclamada en coro y con todos los pulmones, durante el plantón ante el edificio del Colegio Gimnasio Castillo, en la tarde del viernes 12 de septiembre, bajo un sol radiante y candente. Las colinas circundantes guardaron el eco. Sí, cada día hay miles de “Sergios”, en silenciosa angustia vital. Y los seguirá habiendo mientras no haya un profundo cambio social y cultural.


Sergio David Reyes Rojas estaba a menos de cuatro meses de cumplir sus 17 años (el 27 de noviembre) y de recibir su grado de bachillerato. Estudiaba en el Colegio Gimnasio Campestre Castillo, que se precia de impartir una educación católica. Su sede está en la geografía del municipio de Tenjo, a una hora de Bogotá. El lunes 4 de agosto, en horas de la tarde, decidió suicidarse, arrojándose de la parte alta del Centro Comercial “Titán Plaza”, sobre la Calle 80, al occidente de Bogotá.
El motivo. En el mes de mayo, las autoridades del plantel educativo, en un acto ilegal y violador de su derecho fundamental a la privacidad, le obligaron a entregar el celular, le abrieron sus archivos, leyeron sus documentos personales y encontraron una foto en que se daba un beso con su amigo íntimo, alumno también de la misma institución educativa.

Desde ese momento quedó en las manos de la rectora, Amanda Azucena Castillo; el profesor Mauricio Ospina y la sicóloga Ivón Andrea Cheque Acosta, quienes lo sometieron a un verdadero calvario. En lugar de comprenderlo y orientarlo, con sentido humanitario, lo declararon enfermo, obligándolo a consultar un sicólogo, amen condiciones duras para continuar en el colegio, a tal punto que la madre decidió retirarlo de ese colegio, para que pudiese terminar su bachillerato en otra institución. Su amigo fue igualmente retirado de la institución Colegio Castillo. Sus padres levantaron la voz para denunciar que Sergio David había acosado a su hijo. Sergio rechazó siempre semejante afirmación, que le produjo gran malestar. Hay quienes afirman que los padres del amigo de Sergio declararon a instancias de las autoridades del colegio.

Su maestra de primaria, en otro colegio y amiga-orientadora durante su bachillerato escribió: “… él era un defensor acérrimo de los derechos humanos, feminista, pensador crítico”.
Sergio era un joven excepcional, inteligente, inclusive brillante, muy buen lector, persona de debates, ateo, anarquista y libre pensador. No callaba lo que creía que debía criticar. Pertenecía a la ULE: Unión Libertaria Estudiantil. Esta clase de persona-personaje NO cabía en ese tipo de institución, que se jacta de orientar dentro de parámetros católicos.
Horas antes de suicidarse, escribió: “… me lamento de no haber leído tantos libros como hubiese deseado, de no haber escuchado tanta música como otros y otras, de no haber observado tantas pinturas, fotografías, dibujos, ilustraciones y trazos como hubiese querido…” .
“Mi sexualidad no es mi pecado, es mi propio paraíso”.
En sus anotaciones en la red social ASK: “Estoy un poco cansado de responder esa pregunta (si soy bisexual). No creo que el amor tenga etiquetas, realmente. Pero, si de alguna forma, algunos/as sienten la necesidad de etiquetarme, preferiría que se me incluyese dentro de la teoría ‘queer’ (minorías sexuales que no son heterosexuales, heteronormadas o de género binario)”…
“Su mamá recuerda que Sergio era amante de los libros y un apasionado por la literatura, la poesía, el arte y por la política. Era un librepensador que creía en sus ideales y estaba aprendiendo. A los 5 años ya había leído La historia sin fin de Michael Ende. A pesar de su corta edad, Sergio tenía claras sus ideas políticas y se hacía llamar anarquista, demostraba su disgusto con las instituciones religiosas y políticas, pero respetó los pensamientos y las creencias de los demás. Lo indignaba que lo obligaran a ir a misa en el colegio”, declaró su madre (El Tiempo, 9 de septiembre de 2014).


La rectora, en un acto de mezquindad, por decir lo menos, regañó y castigó a los compañeros de clase de Sergio, por haber ido, sin su permiso, al entierro. Tuvieron que reponer el día de estudio, un sábado. Este viernes 12 de septiembre decidió dar día libre, para que los estudiantes no presenciaran el plantón que había sido convocado y que se llevó a cabo, frente a las rejas del colegio, entre las dos y cinco y media de la tarde. Plantón impulsado por organizaciones LGBTI. Asistieron cerca de 350 personas, que llegaron en cuatro buses y en carros particulares, desde Bogotá.
“Yo también fui Sergio”, gritaron al unísono, a lo largo de la tarde, las personas participantes en el “plantón”, en su gran mayoría jóvenes de 18 a 30 años. Quisieron significar que también guardaron silencios, que vivieron días, meses y años de soledades llenas de angustias, de miedos y de sufrimientos al descubrir su homosexualidad.


La madre de Sergio, Alba Reyes Arenas, acompañó el evento. Toda la tarde fue para ella una verdadera conmoción interior. Entre lágrimas, dio declaraciones a los medios y dirigió la palabra a los presentes: “Sergio muere por una causa, y por esa causa estoy yo aquí, de pié”… “En algún rincón del mundo hay un hijo pensando muchas cosas que no puede expresar por miedo, cuando tiene derecho a opinar. Por los derechos de los niños en Colombia, no quiero que le pase a otros niños, lo que le pasó a mi hijo Sergio”.
Además, al final del evento sembró un árbol muy cerca de la reja del colegio, por fuera.

El Plantón fue un homenaje a Sergio David cuyo suicidio ha conmocionado al país. Desafortunadamente, a lo largo de la Historia se han dado inmolaciones como la de Sergio, para llegar a una mayor conciencia sobre los derechos de sectores y/o minorías sociales. Contra el colonialismo, Gandhi. Esa mayor conciencia también ha sido consecuencia del asesinato de líderes, como Martín Luther King, luchador de los derechos civiles de las negritudes. También, desgraciadamente, las masacres. La de las mujeres, que dio origen al Día Internacional de la Mujer. Pero ante todo, al desarrollo del feminismo. La de los obreros, que conmemoramos el Primero de Mayo. En el contexto LGBTI, es bueno recordar la masacre en Nueva York, en el bar Stone Wall, que desató las iras de la comunidad LGBTI y se lanzó a las calles para reclamar sus derechos.
Ese plantón también fue una protesta contra las autoridades del Colegio, por la falta de corazón. Pero también un acto de afirmación de la comunidad LGBTI. No es exagerado afirmar que el sacrificio de Sergio partirá en dos la historia del movimiento LGBTI en el país. Habrá un antes y un después. En el evento se izaron 4 banderas con los colores del arco iris. Varias personas portaban otras cubriendo su humanidad, sin olvidar chalecos y sombrillas arco iris. De lado y lado de la entrada fueron expuestas dos enormes banderas arco iris de 7 por 4 metros. Abundaron las pancartas y carteles de todos los tamaños, inclusive elaborados sobre el piso de cemento de la parte externa del colegio. Un conjunto de seis mujeres con tamboras y otra con una corneta, hicieron resonar sus sonidos musicales con fuerza, energía y dolor.
El suicidio de Sergio pone en evidencia los derechos violados por las autoridades del Colegio Gimnasio Castillo Campestre. Otros planteles educativos también los violan. 

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