¿No podrían los diputados votar desde su casa? Si ya saben cuál debe
ser su voto, ¿qué hacen aguantando horas y horas sentados en el sillón y
entrando y saliendo? Estas horas, por cierto, bien pagadas por los
bolsillos de los contribuyentes. Quizás mejor ni siquiera votar desde
casa, ya que la lista la tiene el partido y los dirigentes pueden
hacerlo directamente.
De hecho, el espectáculo que se da tiene
dimensiones de dictadura por parte de los partidos con mayoría
absoluta. Hay dictaduras personales y hay dictaduras de partido. No
puede ser que durante varios años las grandes decisiones que afectan a
toda la ciudadanía respondan a un grupo que domina un parlamento. ¿Dónde
queda la conciencia de cada diputado? ¿O es que todos tienen
casualmente la misma conciencia? ¿O quizás votan al margen de ésta?
Uno de los descréditos de la política actual es este tipo de rituales
en el que después de largos discursos y discusiones se termina votando
lo que ya se sabía. ¿No es quizás una comedia vestida de oratoria?
Demasiadas palabras vacías, generales, que buscan los aplausos del mismo
grupo… en fin, mucho humo y poca llama.
Una diputada o un diputado tiene su propia conciencia. ¿O tal vez no?
Sí que la tiene, como toda persona por mucho que lo haya escondido o la
tape con motivaciones de mayorías. Precisamente lo que el pueblo
soberano quiere es que la tengan, que no la vendan o la cambien, y que
digan realmente lo que piensan y que actúen de forma clara y coherente a
favor, con dudas o en contra de los dictados de los grupos directivos.
Libertad de conciencia también para los diputados, ¿o los queremos
reducir a altavoces de conciencias pactadas o compradas? La conciencia
personal es el definitivo determinante de la conducta humana, no es
renunciable ni por un cargo ni mucho menos por un sueldo.
La democracia no es una producción en cadena. Es el pueblo quien
delega a unas personas para que tengan cuidado concreto de la cosa
pública con rectitud, sin corrupciones y según los criterios de la recta
intención. Por lo tanto… listas abiertas, debates abiertos, contacto
real con los ciudadanos, circunscripciones en las que se pueda informar y
recibir los puntos de vista de la gente, y donde tengan que ir a dar
cuentas, ya que es el pueblo quien tiene la soberanía y el que paga.
¿Qué es compleja y puede ocultar otras trampas?… ¿Acaso no lo es la
situación actual? Dicen las encuestas que la política concreta de
nuestro Estado ha merecido un 1’9 de nota general. Suspenso gravísimo,
de 0 a 10… ¡1’9.!
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