En un proceso electoral
prolongado, plagado de clientelismo por parte del gobierno y de la
candidatura oficial, lleno hasta la náusea de propaganda
pro-gubernamental y contaminado con la intervención descarada de la
Embajada de Estados Unidos, las elecciones generales realizadas en
Honduras han resultado un inmenso fraude. En su desesperación, el
golpista Partido Nacional (PN) entregaba dádivas a los votantes incluso
el mismo día de las elecciones, y como a pesar de ello en muchísimas
actas salieron derrotados, simplemente no registraron las que les
desfavorecían.
La estrategia del propagandista JJ
Rendón (asesor del derechista E. Capriles, en Venezuela, y de J. C.
Navarro, candidato del PRD de Panamá) de adelantar resultados
manipulados a favor del candidato oficial,
buscó desalentar la estrecha vigilancia de los opositores de la
coalición de izquierda LIBRE (Libertad y Refundación) cuya candidata,
Xiomara Castro, valientemente desconoce los resultados y se proclama
vencedora.
Por si todo ello fuera poco, el presidente del Tribunal Supremo
Electoral, David Matamoros, en un acto de completa parcialidad, al mismo
tiempo que solo publicaba los resultados favorables al PN, mandaba a
auditar las mesas que favorecían claramente a LIBRE, con lo cual le
cercena cientos de miles de votos. Ello no es extraño, pues Matamoros
fue diputado del PN.
Mucho amenaza con perderse para el imperialismo y la oligarquía
hondureña con una victoria de la izquierda: se radicalizaría el proceso
progresista iniciado en el gobierno de Mel Zelaya; se detendría la
depredación de los recursos naturales para favorecer a los consorcios
extranjeros y perjudica a los pueblos originarios; los crímenes contra los derechos humanos tendrían que detenerse y castigarse, al igual que la persecución y el atropello a los movimientos sociales.
El fraude es la única alternativa que ha quedado para detener un
proceso constituyente en búsqueda de lo que ha dado en llamarse
“refundación”. La situación es tan grave que amenaza con algo más que la
simple inestabilidad, en vista del desconocimiento de la voluntad del pueblo expresada en las urnas.
El Movimiento Popular Unificado de Panamá estima que hay suficientes
pruebas documentales, testimoniales, gráficas y de diversa índole para
asegurar que en Honduras se ha perpetrado un fraude electoral
escandaloso, execrable y obsceno. Tememos por la suerte de nuestros
compañeros hondureños perseguidos por su militancia política y social,
acusados injustamente, amenazados, agredidos física y verbalmente e
incluso asesinados.
Repudiamos el apresuramiento del “presidente” panameño, Ricardo
Martinelli, en reconocer la supuesta victoria del PN y su candidato.
Desde Panamá, el MPU lanza al mundo un grito de solidaridad, un llamado a
defender la voluntad del pueblo hondureño, en cuyo espejo nos vemos. No
cejemos hasta lograr que la victoria legítima de las fuerzas
progresistas sea reconocida.
Dado en Panamá, a los 28 días del mes de noviembre de 2013.
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