El “mundo cristiano está preparado para la reforma”, que pueden torpedear los lobbys vaticanos
El teólogo Hans Küng, inhabilitado por el papa Juan Pablo II por sus posturas contrarias al Vaticano, confía en que Francisco pondrá fin al celibato entre los sacerdotes católicos, al tiempo que criticó el proceso de beatificación de Karol Wojtyla.
En unas declaraciones al semanario “Der Spiegel”,
el disidente Küng señala que el papa Jorge Bergoglio ha traído una
“primavera católica” a la Iglesia, tanto en la forma como en los
contenidos, lo que supone una “ruptura” con lo que “representó”
Benedicto XVI.
El papa argentino está más cercano a la línea de Juan XXIII que a sus
antecesores -el alemán Joseph Ratzinger y el polaco Wojtyla-, con la
diferencia de que Francisco está determinado a reformar la Iglesia.
Juan XXIII aplicó reformas sin un programa definido, mientras que
Francisco puede reformar la Iglesia en profundidad, sostiene el teólogo suizo, para quien desde el punto de vista jurídico el papa tiene “más poder que el presidente de EEUU”.
Teóricamente, puede abolir de la noche a la mañana el celibato,
argumenta y añade que no puede imaginar que la cuestión quede aparcada,
visto que el número de párrocos desciende a diario y que “cuesta
imaginar quién prestará auxilio espiritual en Alemania a la próxima
generación”.
El “mundo cristiano está preparado para la reforma”, prosigue Küng,
quien sin embargo advierte del peligro de que las esperanzas depositadas
se trunquen -y lo compara con los retrocesos en movimientos como la Primavera Árabe-, por culpa de los grupos de poder del Vaticano.
Además, critica el proceso de beatificación de Juan Pablo II, cuyo
pontificado representó en su opinión múltiples contradicciones, como el
hecho de que predicó contra la pobreza y al mismo tiempo prohibió la
contracepción o que rechazó la incorporación de la mujer a puestos en el
Iglesia.
Según Küng, el proceso de beatificación de Wojtyla ha estado “forzado” por Benedicto XVI “vulnerando todos los
plazos prescritos”, lo que Francisco no puede detener porque sería
contemplado como una “afrenta” no solo a Ratzinger sino a todo el pueblo
polaco.(RD/Agencias)
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