La demora en los nombramientos despierta expectativas y, por cierto, da motivo de comentario y reflexión…(Marco Antonio Velásquez).
No es misterio que en Chile faltan obispos. Actualmente hay 2 diócesis en sede vacante
(Arica e Iquique) y 3 episcopados donde sus titulares están en edad de
renunciar (Copiapó, La Serena y Melipilla). A ello se agrega la vacancia
de obispos auxiliares en Concepción y Santiago.
En suma, pronto faltarán 7 obispos, considerando que en La Serena, además del titular,
su obispo auxiliar también espera acogerse al merecido retiro. Esto
significa que el 28% de los miembros en ejercicio del Colegio Episcopal
de Chile debe renovarse próximamente.
La demora en los nombramientos despierta expectativas y, por cierto,
da motivo de comentario y reflexión. El hecho deja en evidencia que para
el Pueblo de Dios no es irrelevante quien sea su obispo. Y lógico, el pastor está llamado a guiar al Pueblo que peregrina en la esperanza.
Los alentadores cambios que se viven en Roma, y que no han tenido
suficiente eco en algunas Iglesias locales de nuestro país, constituyen
un serio desafío para el Nuncio del papa Francisco en Chile, a la hora
de proponer candidatos al episcopado. No hay duda que estos hombres del
papa se enfrentan, en todas partes, a múltiples presiones jerárquicas
para incluir a unos y vetar a otros. En esos avatares, ha de resonar en
la conciencia del Nuncio el mensaje que el 6 de Junio pasado les
transmitiera el papa en la Sala Clementina, donde les confió consejos
sabios para conformar las ternas de hombres idóneos:
“Estad atentos a que los candidatos a obispos sean pastores cercanos a
la gente, padres y hermanos, que sean amables, pacientes y
misericordiosos. Que amen la pobreza, tanto la interior como libertad
para el Señor como la exterior que es sencillez y austeridad de vida,
que no tengan una psicología de príncipes”. “Estad atentos a que no sean
ambiciosos, a que no busquen el episcopado – volentes nolumus- y a que
sean esposos de una Iglesia, sin estar constantemente buscando otra. Que
sean capaces de ´cuidar´ el rebaño que les ha sido confiado, de tener
cuidado de todo lo que les mantenga unidos; de ´vigilarlo´, de prestar
atención a los peligros que amenazan. Pero por encima de todo que sean
capaces de ´velar´ el rebaño, de cuidar la esperanza, de que haya sol y luz en los corazones, de apoyar con amor y con paciencia los planes que Dios tiene para su pueblo.”
Si se agregan los consejos del Código de Derecho Canónico, que; “Para
la idoneidad de los candidatos al Episcopado se requiere que el
interesado sea: … doctor o al menos licenciado en sagrada Escritura,
teología o derecho canónico, por un instituto de estudios superiores
aprobado por la Sede Apostólica, o al menos verdaderamente experto en
esas disciplinas.”(CIC 378 § 5), queda en evidencia la compleja tarea
del Nuncio, que debe compatibilizar unas y otras virtudes en los
candidatos.
El Código no deja espacio de acción directa
al sensus fidelium en la conformación de las ternas para la elección de
obispos, como era la antigua costumbre heredada de la tradición bíblica
motivada por el reemplazo de Judas Iscariote, cuando Pedro presidió una
asamblea de unas ciento veinte personas, que “Echaron suertes, y la
elección cayó sobre Matías, que fue agregado a los once Apóstoles” (Hech
1, 26). Así, el Nuncio tiene la ardua tarea de captar esa sensibilidad
en consulta a otros obispos y eventualmente con el “parecer de uno y
otro clero, y también de laicos que destaquen por su sabiduría” (CIC 377
§ 3).
Como una expresión del sensus fidelium, es oportuno recordar que la
Iglesia chilena (jerárquica), en su larga historia ha dado testimonio
admirable de fidelidad al Evangelio. Desde su actuación profética en
defensa de los derechos indígenas vulnerados por los conquistadores,
pasando por su influencia en la organización social en los tiempos de la
Acción Católica, y más recientemente disponiendo a sus mejores hombres
en la primera línea de la defensa de los Derechos Humanos durante la
dictadura; por nombrar algunos hechos más emblemáticos. Son tiempos en
que el Pueblo de Dios ha unido su destino junto al del pueblo chileno.
En cada una de esas etapas hubo presbíteros y obispos que tuvieron la
visión de comprender con radicalidad el servicio a los más vulnerables, a
los pobres y perseguidos. Queda así la huella fecunda del carisma
eclesial, en general, y episcopal, en particular, de servicio a toda la
sociedad.
Así también, está presente como un estigma doloroso el tiempo actual,
en que parte relevante de la Iglesia chilena se alejó de los pobres,
abandonó a los trabajadores, se replegó en posiciones sociales de
privilegio y unió su suerte a sectores vinculados al poder político y
económico. El resultado fue un peligroso distanciamiento social, que ha
llevado a una recíproca y abismante incomprensión. Y vino como una
maldición la vergüenza y la lacra de los abusos a menores provocados y
ocultados por clérigos, destruyendo la fragilidad de la confianza sobre
la cual se funda la tarea esencial de la Iglesia, cual es evangelizar.
Todo el bien realizado fue olvidado por la gravedad de los hechos
conocidos. Con tristeza la Iglesia chilena ha venido a ocupar uno de los
sitiales de mayor impacto en el concierto mundial en estos delitos.
Habiendo sido mancillada la reputación eclesial, queda una estela de
sufrimiento provocado por silencios, secretismos, errores, impericia y
hasta una indebida activación de redes de protección en las que se han
involucrado algunos obispos.
Un contexto como el descrito plantea una delicada tarea para el
episcopado chileno del futuro, cual es reconstruir la credibilidad y
confianza perdida, para favorecer la re-inserción de la Iglesia como un
actor social; sólo así la sociedad chilena podrá seguir siendo acreedora
del innegable bien que realiza la Iglesia. Para abordar con éxito este
desafío, los consejos del papa Francisco a los nuncios parecen ser el
mejor camino.
Visto así el proceso de renovación episcopal, el Nuncio del papa
Francisco en Chile, don Ivo Scapolo, tiene en sus manos una tremenda
tarea, en la que el pueblo chileno tiene puesta toda su confianza.
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