“La Iglesia católica tiene estructuras caducas, pero tiene la fuerza del Evangelio”
La religiosa capitanea un movimiento para un proceso constituyente en la región
La plácida vida monástica ha sido últimamente más ajetreada de lo normal para esta monja benedictina que, enfundada en un severo hábito oscuro, defiende a ultranza una reforma política radical en Cataluña inspirada en el Socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez.
La religiosa capitanea un movimiento para un proceso constituyente en la región
La plácida vida monástica ha sido últimamente más ajetreada de lo normal para esta monja benedictina que, enfundada en un severo hábito oscuro, defiende a ultranza una reforma política radical en Cataluña inspirada en el Socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez.
Su buzón de correo electrónico colapsa a menudo por el volumen de peticiones de medios y organizaciones que quieren citarse con ella, y así ver brotar de su boca de religiosa palabras como revolución, despenalización del aborto o para saber más sobre última misión: un manifiesto para impulsar una reforma constitucional y la independencia en Cataluña.
Este 11 de septiembre, día de nacional de Cataluña, Forcades participará en los actos reivindicativos que reclaman una consulta electoral sobre la independencia catalana, entre ellos una cadena humana que recorrerá el territorio catalán.
La religiosa fue uno de los fundadores del movimiento social catalán “Procés Constituent” (proceso constituyente, en castellano), que busca un cambio de modelo económico y social.
Pero, ¿quién esta monja que ha sacudido la escena política catalana?
Doctora en medicina y máster en Teología protestante por la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, Forcades se dio a conocer al público español en 2009, con un video en internet llamado “Campanas contra la gripe A”.
Rodado en el mismo convento y colgado en YouTube, el video recibió más de un millón de visitas. En él criticaba a la Organización Mundial de la Salud y las compañías farmacéuticas por promover una vacuna que calificó de riesgo para la salud pública.
Sus declaraciones desataron airadas críticas por parte de miembros de la comunidad médica, como también lo hicieron sus incendiarias opiniones contra la penalización del aborto, declaraciones públicas a las que el Vaticano respondió con una carta pidiendo explicaciones.
Hoy, aprovecha el atractivo de sus pocos pelos en la lengua para defender un manifiesto, que escribió junto al economista de cabecera del movimiento de los ‘Indignados’ Arcadi Oliveres. Un documento base para fundar un movimiento que reclame la independencia y un cambio constitucional para Cataluña.
La reforma constitucional , aseguran, es esencial para que entre otras cosas se pueda nacionalizar la banca, las compañías energéticas, frenar las privatizaciones o defender el derecho de las personas a decidir sobre su propio cuerpo.
Con su activismo político, Forcades genera opiniones encontradas. Algunos no entienden que un miembro de la Iglesia Católica destaque como abanderada de lo que consideran extrema izquierda.
Otros, más allá de tierras catalanas, la llaman “separatista” por sus proclamas catalanistas. Aunque más que catalanismo, subraya, lo que propone es una fórmula republicana e independiente para Cataluña extrapolable a otras autonomías de España.
Su decisión de meterse en política, recuerda sentada en el jardín del convento, tampoco fue recibida con júbilo por todos los integrantes de su orden.
“En mi entorno monástico no pensamos todas igual, y antes de que yo participara en esta propuesta política pública tuvimos una reunión. Hubo hermanas que dijeron de ninguna manera te presentes como candidata, otras que dijeron: esto es estupendo”.
“Sin embargo, sí salió un apoyo para que esta credibilidad transversal que tengo la pusiéramos al servicio de un proceso pacífico, democrático, pero contundente”.
En un contexto de crisis económica, Forcades no deja títere con cabeza. Critica lo que llama una “alianza del poder político con el poder económico”, a una Iglesia Católica “caduca” y a una deuda pública que tilda de “ilegítima”.
“Lo que pido”, dice respecto a este último punto, “es una auditoría seria, como hizo Rafael Correa en Ecuador, que se distribuyan las responsabilidades correctamente”.
“Yo creo que en Europa nos ocurre algo que podríamos llamar un mecanismo neocolonial, no de Europa hacia los países de Latinoamérica, sino del norte de Europa hacia el sur. Es decir, con una deuda que genera unos intereses de un porcentaje del producto interior bruto tan alto como para que el país quede mermado en su potencialidad de desarrollo”.
Que la llamen revolucionaria no le importa, dice. “Si por revolución se entiende un cambio radical. Entiendo que en el momento en que vivimos no puede ser un cambio en el sistema, sino un cambio de las reglas de juego que hay, ya que en este momento es imposible hacer prevalecer las necesidades de la mayoría”.
Su concepto de revolución bebe de los preceptos de teología de la liberación, la regla de San Benito y lo que dice son las enseñanzas del socialismo bolivariano en América Latina.
“Mi experiencia única ha sido visitar Venezuela. La visité en 2007 por primera vez y mi impacto inmediato fue lo que llamo la subjetividad política: personas que tenían un perfil marginal (…), pero que hablaban desde una posición de convencimiento de que su opinión valía para algo”.
“Estuve tres veces más y es lo que yo creí bueno. Eso en Europa nos hace falta urgentemente, esa conciencia de que el sujeto político es una persona de la calle”.
Sin embargo, confiesa, no comparte ese “discurso único” que afirma vio a muchos defender en la Venezuela de Hugo Chávez y recuerda el pasaje sobre la Torre de Babel del Génesis de la Biblia, donde según la religiosa se demuestra que “Dios está en contra de la uniformidad”.
“Desde el principio hay que potenciar la diversidad y hacer que este proyecto constituyente cuente con gente de distintas opciones políticas, potencie la originalidad de cada cual en su mismo proyecto político”.
Cuando no atiende a periodistas, sus plegarias o escritos académicos, Teresa Forcades se la pasa de plaza en plaza, asistiendo a asambleas populares y ofreciendo discursos, o cruza el mundo para impartir conferencias. Aunque no siempre encuentra las puertas abiertas, incluso las de la Iglesia.
A principios de agosto, por ejemplo, el cardenal de Lima, Juan Luis Cipriani, suspendió un seminario que Forcades iba a ofrecer en la Conferencia de Superiores y Superiores Mayores de Religiosos en Perú, para “velar por la recta doctrina en su jurisdicción”, dijo en un comunicado.
“Por la parte que toca la Iglesia”, admite Forcades, “es cierto que la Iglesia católica tiene estructuras caducas, pero tiene la fuerza del Evangelio, que eso para mí no está caduco. Lo entiendo como un motor para una mejora social y personal, y un don para el mundo”.
Ya sea por la fuerza del Evangelio o sus conocidas dotes oratorias, Forcades ya ha reunido 40.000 firmas para respaldar a un movimiento que pretende más adelante crear una candidatura unitaria para las próximas elecciones parlamentarias de Cataluña, en 2016.
Sobre su futuro en política, dice mientras se despide de nosotros, se lo toma como algo transitorio. “Entiendo mi vivencia actual como una excepción. Quizás esté más activa en un ámbito público por unos años y quizás luego me retire”.
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