Mi querido Sr. Rajoy: Sin más derecho que el de cualquier ciudadano y sin más razón que la de la verdad que contengan mis argumentos, quisiera dirigirme a Ud para comentar su comparecencia en el Parlamento del pasado 1 de agosto. Sacrifiqué gustoso uno de mis 11 días de vacaciones para no perderme casi nada de aquella sesión. Ahora, al regreso, me permito escribirle, quizá para enjuagar el mal sabor de boca que la sesión me dejó.
Un célebre político del siglo XIX acuñó la frase del “homenaje del vicio a la virtud”, que me atrevo a tomar como hilo conductor de las cuatro cosas que quisiera comentar.
1.- En primer lugar no contestó Ud ni una sola de las 20 preguntas bien concretas y precisas que le puso Rosa Díez. Dice el refrán que el mayor desprecio es no hacer aprecio; y Ud las ignoró olímpicamente en un acto de desprecio al parlamento, representante del pueblo. Porque el parlamento no es sólo su grupo, ni aunque tenga mayoría absoluta. El parlamento y la representación popular son todos y cada uno de los parlamentarios. Y la mayoría absoluta sólo debería servir para votar, añadiendo que los parlamentarios deberían tener libertad para ello y no estar coaccionados por la disciplina del partido. Porque de lo contrario no votan ellos, ni el pueblo a través de ellos, sino que vota su jefe mediante ellos. Apelar retóricamente a la representación popular para luego no hacerle ningún caso, no pasa de ser un “homenaje del vicio a la virtud”
2.- En segundo lugar, cuando Rubalcaba sacó a colación los SMS que Ud. envió a Bárcenas, los justificó con preciosas normas éticas de trato a los subordinados, que comparto plenamente. Pero ignoró el detalle de que algunos de esos SMS eran ya posteriores a la evidencia de que Bárcenas ha sido un delincuente, y Ud. ya sabía eso cuando se los envió. Otro homenaje del vicio a la virtud.
3.- En tercer lugar se limitó Vd. a proclamar que había cometido un error. Parece un acto de virtud. Pero, tal como se le recordó en aquella sesión, si ese error lo hubiese cometido la Sra. Merkel en Alemania o Cameron en Inglaterra… a estas hora ya habrían dimitido (al menos como jefe del partido que Ud. dirige y al que su error ha causado un daño enorme). Pero Ud dejó bien claro: “no pienso dimitir”. Otro homenaje del vicio a la virtud.
4.- Además recurrió al juego sucio de responder a Rubalcaba con el “usted más”. No tengo ningún interés en defender a ese señor, a cuyo partido sólo voté una vez en 1982. Y me parecerá bien que se le pidan cuentas cuando haga falta. Pero olvidó que en ese momento era Ud (no Rubalcaba) el que estaba dando cuentas, y que así lo había proclamado, como ejercicio de democracia, cuando anunció su ida al Parlamento (supuestamente voluntaria y libre; pero este punto vamos a dejarlo…). Total: otro homenaje del vicio a la virtud.
Por estas cuatro razones, yo no puedo menos que poner un suspenso muy bajo a su comparecencia del día 1. Sin que obste, como he dicho otras veces, el que Ud es el mejor orador y el mejor declamador de todos los hablantes. Pero aquello no era un examen de retórica sino de gestión política. Y es ahí donde creo que merece el suspenso.
Sé que puedo equivocarme como todo ser humano. Por eso he intentado dar mis argumentos, abriéndolos a la posibilidad de que sean respondidos, corregidos o matizados por otros argumentos. Pero me temo mucho que, si Ud tuviera que responderme no haría caso de ninguno de estos argumentos, y se largaría un discurso perfecto de ética política. Pero me pregunto si eso no sería un nuevo homenaje del vicio a la virtud
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