Un gesto del episcopado, por favor José Manuel Vidal

eligión Digital

Mañana comienza la Plenaria del episcopado. Una oportunidad para que la Iglesia católica pueda visibilizar en los medios de comunicación y, por lo tanto, ante todo el país, que es la institución con más entrañas de misericordia. Que en su seno abundan los samaritanos: en parroquias, congregaciones religiosas, movimientos, Cáritas e instituciones de todo tipo. Una ingente cantidad y capacidad solidaria, que sólo necesita un gesto, un signo de los obispos, para que llegue a la opinión pública y publicada. Y la solidaridad se extienda aun más. Tanto dentro como fuera de la Iglesia católica

Un gesto, monseñores. Al principio o al final de su asamblea. En el discurso de Rouco o en un comunicado ad hoc. Un gesto que refleje claramente que no viven ustedes ajenos a esta tremenda crisis que tanto hace llorar y sufrir. Un gesto que demuestre a las claras que, además de Cáritas y de todo el aparato socio-caritativo, la jerarquía quiere que la Iglesia siga siendo la punta de lanza en la lucha para paliar los dramáticos efectos de la crisis.

Ya llegamos tarde, como siempre, al tema de los desahucios. Un tema en el que el cardenal Rouco cambió radicalmente de idea: Primero mandó expulsar a los desahuciados encerrados en La Almudena, para terminar pidiendo públicamente una solución “justa, equitativa y solidaria” a su drama.

¡Nunca es tarde! Habría sido un bello gesto, que pedimos hace unas semanas y que retomaron los curas de Bilbao: poner las casa rectorales vacías al servicio de los desahuciados. Se perdió la oportunidad, pero todavía se pueden ofrecer para los casos que no entren en la demasiado restrictiva normativa sobre desahucios, como bien dice el obispo de Bilbao, Mario Iceta.

Busquen un gesto, señores obispos. Entre todos e iluminados por el Espíritu puede resultarles más fácil. Una Plenaria para dejarse de mirar al ombligo interno y centrarse en el palpitar de los gritos de dolor y llanto que llegan sin cesar a los oídos del Padre.

Un gesto que no va a solucionar todo el drama de la crissi actual, pero que puede ser un aldabonazo en la conciencia de los banqueros, de los políticos y de la gente en general.

Un gesto como el de abrir en todas las parroquias Oficinas de lucha contra el paro. Como ya hubo en los años 80. O abrir en cada pueblo y ciudad uno, dos o tres comedores sociales, según la población y las necesidades. Es decir, dar el pez para el que tiene hambre y la caña para buscar el trabajo que permita pescar. Y si no hay río, crearlo.

La iglesia católica puede hacerlo. Tenemos una inmensa red de locales e instituciones repartidas por toda la geografía nacional. Tenemos recursos disponibles y voluntarios (millones de voluntarios) dispuestos a hacerse cargo de ellos. Lancen una cruzada solidaria. Salgamos a las calles a invitar a las bodas. Carguemos con los desheredados, como el buen samaritano. En eso, sólo en eso, nos reconocerán como discípulos de Cristo. Y si no damos trigo en las duras, no esperemos que nos escuchen predicar en las maduras. Ésta es la nueva evangelización que se está esperando en la calle como agua de mayo.

¡Un gesto, por favor, monseñores! O dos o tres. El silencio y el crazarse de brazos ante la situación actual, el “que lo arreglen ellos que nosotros no estamos para eso, sino para anunciar a Cristo”, les convertiría a ustedes y, por extensión a toda la Iglesia, en cómplices sin entrañas, en levitas que pasan al lado del tirado en la cuneta y miran para otro lado. Y en pecadores por pecado grave de omisión.

Déjense de aprobar documentos que nadie lee. No es ya la hora de las palabras. Es la hora de los hechos. Es hora de romperse el alma por los que el sistema va dejando en las orillas de la vida. Y sin esperanza. Recojámoslos y démosles el aliento del Padre que nunca falla.