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domingo, 4 de noviembre de 2012

Consciencia más allá de la vida

Archivo:Pim van Lommel-1.jpg

Pim Vam Lomme, autor del libro Consciencia más allá de la vida (ed. Atalanta 2012), cardiólogo y Director de un hospital holandés, ha investigado durante más de 25 años las experiencias descritas por pacientes que estuvieron en estado de muerte clínica. Ante la imposibilidad de explicarlas mediante el paradigma materialista de las Escuelas de medicina, ha elaborado, en consonancia con otros especialistas, una explicación basada en la física cuántica.
Esta teoría puede tener consecuencias en la práctica médica en torno a la muerte y en una visión más humana y solidaria de nuestra vida.
Por el interés del tema, intentaré presentar aquí un breve resumen, aunque no pueda recoger los pormenores de su argumentación ni la complejidad de algunos conceptos. Ojalá que los lectores de ATRIO ayuden a completar y a contrastar la explicación de Van Lommel.
  • El autor
Pim Van Lommel ha estudiado las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM) en la bibliografía actual (75 páginas de notas bibliográficas), en los estudios retrospectivos y en los estudios prospectivos iniciados a pié de cama con todo el protocolo científico.
Reconoce que el título de ECM, que se le ha dado a estas experiencias, no es exacto, porque se presentan las mismas características en otras situaciones en que no se corre peligro, como en experiencias religiosas. Él mismo habla en algún momento de “experiencias extracorpóreas”, pero prefiere considerarlas “experiencia de Consciencia no local o infinita”, y las considera algo “bastante común”. Consciente de la novedad de su explicación reconoce “No espero que las nuevas ideas encuentren aceptación inmediata, pero deben ser cuando menos examinadas más de cerca”.
  • Datos experimentales de las ECM
Algunos pacientes que han sido reanimados después de una muerte cerebral (muerte clínica y legal, encefalograma plano, sin actividad electromagnética ni riego sanguíneo durante más de diez minutos) han contado experiencias, que responden a un patrón común, y que resultan inexplicables con el paradigma materialista.
Estas experiencias narran visiones de cosas acaecidas durante su muerte clínica, incluso fuera de la habitación o del quirófano, y es imposible que el pacinte pudiera haberlas percibido aun estando consciente.
Un ciego de nacimiento tuvo una experiencia de visión de luces y de personas a las que reconoce. Una mujer conoce a su padre biológico del que nunca le habían hablado y ve allí a otra persona que había muerto mientras que ella estaba en coma. Otros no sólo tienen una instantánea panorámica de su vida sino que tienen una prognosis de su futuro, que luego se confirma.
También se producen experiencias semejantes en estado normal. Es frecuente ver a personas que están a gran distancia, o ver a un familiar o amigo poco después de su muerte; sobre estos fenómenos existen datos estadísticos, denominados “experiencias perimorten o postmortem”. Una mujer vio con uniforme militar a un antiguo amigo sacerdote que le comunicó que había muerto. Después supo que murió como capellán militar. Este tipo de experiencias han sido recogidas por diversas culturas (capítulo V), aunque han sido desestimadas porque no pudieron ser registradas con nuestro aparato científico actual.
  • Explicación reduccionista del paradigma materialista
La medicina actual mantiene que la consciencia es una actividad del cerebro. Van Lommel se plantea cómo puede darse una consciencia –incluso más lúcida que la consciencia habitual- en una situación de total inactividad cerebrar. Considera que las experiencias constatadas son inexplicables con el paradigma materialista, pero que la medicina actual lo acepta como un dogma inapelable.
El autor dedica los capítulos centrales de su estudio a analizar el funcionamiento del cerebro y los protocolos seguidos en las investigaciones de las ECM. Rechaza, en base a experiencias comprobadas, la principal objeción que atribuye estas visiones a la falta de oxígeno en el cerebro.
Tampoco se trata de meras alucinaciones, porque puede comprobarse su adecuación con la situación real que describen y porque provocan un cambio permanente en el sujeto en el sentido de empatía, comprensión y amor incondicional a los demás. Aumentan el sentimiento religioso (la espiritualidad) pero disminuyen el interés por la religión institucionalizada. A consecuencia de una ECM, algunos descubren que tienen poderes curativos.
En el capítulo XI el autor enumera y expone ampliamente las diversas explicaciones de las ECM según los modelos materialistas o los modelos inmateriales. Constata que, aunque expertos en diversas especialidades de medicina o de física superan las explicaciones materialistas, “en el ambiente académico se considera que hay una explicación materialista para todo. Algunos científicos no creen en las preguntas sin respuestas” , y termina definiendo su posición:“Yo me inclino firmemente por el panprotopsiquismo”.
  • Lo que nos aporta la física cuántica
La explicación presentada por el autor se basa en los estudios cada vez más avanzados de la física cuántica.
Nos resulta difícil cambiar la visión del mundo que nos ha inculcado la física clásica, según la cual la realidad percibida en el mundo físico equivale a la realidad objetiva, las cosas se mueven de maneras predecibles dentro de un espacio vacío, y la interacción entre ellas tiene que producirse por un contacto directo.
Los principios de la física cuántica trastocan esta visión del mundo. La esencia de la física cuántica es el principio de incertidumbre. Predice posibilidades, no certezas.
La teoría implica que todos los sistemas materiales (partículas subatómicas, electrones…) tienen entre sus propiedades dos características opuestas, pueden manifestarse como ondas o como partículas. Sucede algo semejante a la información emitida por la radio o la televisión. los objetos no están aquí o allí, están como ondas en todo el espacio (no están en un sitio concreto) y sólo son localizados en un punto -y su función de onda se ‘colapsa’ en un estado de partícula- cuando el receptor, un observador (el cerebro), los hace presentes.
Si tomamos un átomo y lo dividimos en dos, cada parte será homóloga de la anterior y decimos que están “entrelazadas” porque en algún momento pasado han estado en contacto. Si separamos estas partes y actuamos sobre una de ellas, la otra responde instantáneamente de la misma manera.
Por ejemplo si se cambia el sentido de giro de un electrón en una de las partes, el sentido de giro del electrón de la otra parte cambia de la misma manera. Da igual la distancia a la que se separen unos metros o cientos de kilómetros. Este es el principio de no-localidad (no localización) o acción a distancia.
También se han realizado experimentos aislando en jaulas de Faraday a dos personas, que han estado previamente vinculas entre sí; al estimular aleatoriamente a uno de los sujetos aislados, se produjeron los mismos efectos en el otro.
Más aún, se han realizado experimentos en los que un objeto, o un insecto vivo, encerrado en un recipiente de vidrio ha desaparecido sin romper el recipiente y ha sido “teletransportado” a otro lugar; es decir, su función de onda no se materializa ya (no se “colapsa”) en ese recipiente sino en otro lugar. Estos fenómenos constan en el informe de la Fuerza Aérea Norteamricana “Teleportation Physics Study”. Para todo esto es necesario un potente receptor-transmisor de esas ondas.
Durante la guerra fría, la CIA financió una investigación sobre la “visión remota” para obtener datos sobre Rusia. Estas experiencias se han confirmado incluso en sujetos aislados en una jaula de Faraday o en un submarino a 170 metros de profundidad. El Instituto para la Investigación de Anomalías de Ingeniería de Princeton ha estimado que la posibilidad de que los resultados de la visión remota fueran mera coincidencia es de una entre mil millones. Algunas visiones han anticipado el descubrimiento de un anillo alrededor de Júpiter o han orientado posteriores descubrimientos arqueológicos. En esta línea habría que entender también la inspiración genial de los artistas y de los inventores.

Aplicación de la física cuántica a la ECM. Explicación del autor

¿Cómo se explica la conscieciencia durante una ECM? La consciencia no es producida por el cerebro. “La Consciencia no puede localizarse en ningún lugar, ni siquiera en el cerebro. Es no local (es decir, está en todas partes) en forma de ondas de probabilidad. Por esta razón no puede ser demostrada ni mensurada en el mundo físico”.
Nuestra consciencia es una parte de la consciencia universal no local; una parte en la que, como sucede en las holografías, se encuentra el todo. “Nuestro cerebro funciona como interfaz” entre nuestra consciencia individual y la consciencia universal no local; envía y recibe información.
La consciencia en vigilia funciona como corpúsculo de la Consciencia no local (que funciona como onda). En las ECM, cuando el cerebro queda inactivo, se desbloquea el interruptor de entrada y permite el paso de un estado superior de “Consciencia expandida, que atesora tanto información personal como universal”. El cerebro sería semejante a un receptor y a un transmisor de televisión, no produce la imagen sino que la recibe o la emite.
Cuando el cuerpo muere, la Consciencia no puede seguir comportándose como una partícula… por tanto existirá para siempre en forma de funciones de onda en el espacio no local”.
Resumiendo. La consciencia individual (el sí-mismo) es parte de la consciencia humana colectiva o universal que trasciende lo individual y conecta a cada individuo, más allá del espacio y del tiempo, con todo cuanto existe, ha existido y existirá (inconsciente colectivo). Esa consciencia universal recibe diversos nombre como Consciencia no local, Consciencia transpersonal, Consciencia infinita, eterna, unitaria.
La investigación de la ECM no nos proporciona pruebas científicas de que, después de la muerte, pasemos a formar parte de la Consciencia infinita no local, pero sí ha demostrado que se puede experimentar la consciencia independientemente del cuerpo, sin función cerebral. “Tenemos un cuerpo, pero somos consciencia”.

Reflexión filosófico-teológica

Permítidme agregar unos puntos de reflexión filosóficos y teológicos que estimulen los comentarios a esta teoría.“La física teórica es en realidad filosofía” (Max Born).
La física cuántica tiene un precedente filosófico en el noumenon de Kant. La consciencia infinita de Vam Lommel me hace pensar en las ideas platónicas, expresadas en el mito de la caverna. Lo que percibimos como realidad es solamente apariencia. La realidad está en la ondas de la consciencia no local o, quizás, más allá en la protoconsciencia, el vacío absoluto o plenitud, agujero negro de la energía, del que proceden las ondas de la consciencia no local que capta nuestro cerebro. Esta intuición había sido desarrollada de algún modo, desde hace milenios, por la filosofía oriental, los chamanes y la mística cristiana.
¿En qué consiste nuestra orgullosa individualidad? Si nuestra consciencia se basa en la consciencia no local, sin ella ¿se perdería nuestra memoria? ¿se perdería la coordinación y la directriz en el desarrollo de nuestras células que se renuevan totalmente cada semana? El yo ¿puede aislarse del nosotros o del universo? ¿Quién soy yo? “No sé quién soy. No soy lo que sé” (Ángelus Silesius).
La ciencia, tras largo y laborioso trabajo de análisis, está llegando a lo que había percibido la intuición filosófica –la intuición artística o la religiosa- y que había expresado mediante los mitos.
La teología cristiana quedó encapsulada desde el principio en la racionalidad griega y se ha replegado después a la defensiva, temerosa del racionalismo científico de la Ilustración. Ambos nos han aportado mucho, pero vamos “Hacia un tiempo de síntesis” (Javier Melloni) de la cultura oriental y occidental. Quizás ahora la teología encuentre en la física cuántica una comprensión realista de “el cuerpo místico de Cristo” y vuelva al mensaje del evangelio que, antes que logos, es vida.
Quizás las curaciones que realizaba Jesús fueran el efecto de su potente interfaz emocional que le conectaba con la consciencia infinita. Quizás la fe profunda –así como el go for it de la Programación Neurolingüística- pueda mover montañas. Quizás la resurrección de Jesús–y la nuestra- sea la permanencia en la consciencia no local. Quizás el intenso amor de María Magdalena potenció su interfaz para sentir la presencia del resucitado. Quizás el vacío absoluto  campo unificado, campo punto cero, éter, Consciencia cósmica- coincida con la plenitud de la energía, con la matriz divina, con la dynamis tou Theou (la energía de Dios), con el Espíritu Santo, con el inabarcable Dios.

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