No sólo no se ha respetado la ley sino que se ha aplicado con inhumanidad e impiedad
Jueces y políticos –aún no los banqueros , empresarios ni financieros- que lo sabían mejor que nadie, no han podido callar, o mejor taparse la cara ante el clamor de la sociedad, y han decidido acometer reformas y propuestas.
Jueces y políticos –aún no los banqueros , empresarios ni financieros- que lo sabían mejor que nadie, no han podido callar, o mejor taparse la cara ante el clamor de la sociedad, y han decidido acometer reformas y propuestas.
¿Cómo en nuestra Democracia, que presume de un Estado de Derecho, han sido posibles las cruces sangrientas y deplorables de los deshaucios? Y se ejecutaron impávidamente con requerimiento y anuencia de unos y otros responsables públicos negando los Derechos Humanos y nuestra Constitución: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial, la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales” (Declaración universal de los Derechos Humanos, art. 25). “Los poderes públicos deben regular la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación y hacer efectivo el derecho de todos los españoles a disfrutar de una vivienda digna y adecuada” ( Constitución Española, Cap. II, Art. 47).
Ha sido la prueba más lacerante de la ausencia, lejanía e insensibilidad de los poderes públicos frente a la sociedad a la que decían servir. De espaldas, pasivos, meros espectadores, con miedo, metidos en sus problemas internos, dentro de un nivel de vida más que confortable.
Nuestro Estado de Derecho legisla que ningún ciudadano puede quedarse sin vivienda y, si llega el caso, se le busque solución humana. No sólo no se ha respetado la ley sino que se ha aplicado con inhumanidad e impiedad: “Summum ius, summa injuria”. Hasta ahí nos ha llevado la furia neoliberal consumista, que legitima la coexistencia del lujo con la miseria, de los derechos pisoteados con los privilegios. Cifra surrealista la de seis millones de pisos vacíos frente a miles de personas y familias a las que se les cierra la posibilidad de una vivienda digna, conforme a su situación, trabajo y derechos.
¡Demasiado tarde!, para remediar y olvidar esa montaña de frustración y desespero de miles de vidas humanas, levantada sobre más de 400.000 desalojos.
¿Demasiado tarde?
Benjamín Forcano es sacerdote y teólogo de la Liberación
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