De
eso nada…
Por enésima vez, y subiendo a Jerusalén, Jesús va
anunciando a sus discípulos el destino
doloroso que les aguarda en la capital.
Los discípulos no solo
no lo entienden, sino que no quieren entender y cada uno va a lo suyo: “Que quién se va sentar a su
izquierda y a su derecha”, le preguntan dos de ellos .
Jesús, desalentado una vez más, les amonesta:”No sabéis lo que pedís”
El camino que les marca el Maestro no conoce ni privilegios, ni enchufes, ni influencias. Y lógicamente los otros
discípulos se cabrean y se indignan. La
ambición les está dividiendo.
Jesús les reúne a todos para poner todo en
claro:”el que quiera ser grande que se
haga servidor y esclavo, que sirva”.
Algo así hizo con los obispos, hace 50 años, “aquel Papa Bueno” que
fuera Juan XXIII, cuando fueron
invitados a poner a la Iglesia en buen
camino que se había perdido con el
desgaste del tiempo.
No sé si sirvió de algo y ahora parece que andan reunidos, en estos días, en Roma,
celebrando un Sínodo para comenzar este año, “El
año de la Nueva Evangelización”
No sé, si el Señor
nos va tener que decir: “No sabéis lo que pedís”.
Lo hemos oído tantas veces, que no merece la pena repetirlo sino
ponerlo en práctica. “Vosotros nada de eso”
Es decir que en nuestras vidas, en
nuestras comunidades, en nuestra Iglesia, no hay lugar para ocupar los primeros
puestos, ni para arrimarse al árbol que más sombra da, ni para apoyarse en las autoridades de alto rango, a lo que nuestras jerarquías están tan acostumbradas,
sino, por el contrario, hay que estar dispuestos al servicio, a la ayuda a los
de abajo, que eso es lo que Jesús hizo, quiso y nos ordenó.
Que no haya en la jerarquía fuerza de
poder sino de servir, ni boato en el vestir, al que tan acostumbrados están.
Que Él, dijo:” no he venido a ser servido sino a
servir” “No he venido a medrar ni ocupar
los mejores puestos, ni hacer la pelota a los poderosos, ni a triunfar”…
Habría que prescindir, si me apuráis,
de los primeros cargos y títulos
en el Ejército y en tantos centros civiles y culturales…Y ser como, Teresa de
Calcuta, “La servidora de los pobres más pobres”…
Lo que pasa que donde decimos Teresa, podríamos también poner nuestros nombres, cada uno de nuestros
nombres…
Recuerdo una tertulia vespertina de nuestra televisión
vasca, abierta a participación pública, en la que se hablaba, por ejemplo, de
la asistencia a los mayores, a los abuelos, a la tercera edad…Y
hacía la pregunta de si era moral y ético que les atendieran los hijos y los
nietos…
Parece que las últimas generaciones de jóvenes no
están por la labor de atender a los mayores, y prefieren enviarlos a residencias para que les
atiendan…
Hemos creado una
sociedad de bienestar y hemos creado una sociedad de mejor calidad de
vida.
“El
todos queremos más y más” es una tentación muy humana, pero corremos el riesgo de que sea también muy egoísta y cómoda…
Sin embargo, de todo hay en la “Viña del Señor”
En dicho programa de televisión, apareció un joven que había hecho de su vida un servicio
a sus abuelos. También conocemos a
muchas hijas, más que hijos, que están
al servicio de sus aitas en lo que pueden, y que, muchas veces, se ven obligadas a
integrarles en alguna residencia por circunstancias de la vida que todos
conocemos…pero que les siguen dando cariño y apoyo y les visitan y están con
ellos siempre que pueden.
Este es el camino que nos marca el Señor en el Evangelio, no hay otro. Esta
es la gran enseñanza.
Y, para terminar, hagámonos estas preguntas:
·
¿Nuestra vida
es un servicio?
·
¿Deseamos ser
grandes, ser los primeros?
·
¿Somos
capaces de renunciar a algo para darlo a lo demás?
·
Sólo
sirviendo, como nos enseña el Maestro, tenemos la posibilidad de ser grandes en
su Reino.
.
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