“No me siento un ladrón”, ha insistido Gabriele en la última sesión del juicio
La lectura de la sentencia duró dos minutos, pero antes de escuchar que había sido condenado a un año y medio de reclusión por robar los documentos privados de Joseph Ratzinger, tanto Paolo Gabriele como todos los presentes puestos en pie volvieron a ser plenamente conscientes de que aquel no era un juicio cualquiera, un simple proceso terrenal en el que un hombre es juzgado por otro según las leyes vigentes. Allí, según la invocación del juez vaticano Giuseppe Dalla Torre, había otros altos poderes en danza:
La lectura de la sentencia duró dos minutos, pero antes de escuchar que había sido condenado a un año y medio de reclusión por robar los documentos privados de Joseph Ratzinger, tanto Paolo Gabriele como todos los presentes puestos en pie volvieron a ser plenamente conscientes de que aquel no era un juicio cualquiera, un simple proceso terrenal en el que un hombre es juzgado por otro según las leyes vigentes. Allí, según la invocación del juez vaticano Giuseppe Dalla Torre, había otros altos poderes en danza:
— “En nombre de Su Santidad Benedicto XVI, gloriosamente reinante, el tribunal, invocada la Santísima Trinidad, ha pronunciado la siguiente sentencia…”.SEGUIR LEYENDO EN El País
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