Redacción de Atrio, 09-Marzo-2012
Hoy están declarando ante los tribunales quienes hicieron negocios con la Visita del Papa a Valencia en 2006. Seis mese antes un grupo de sacerdotes y laicos de Valencia, aún con esperanzas de que cambiaran los planes, había denunciado la operación de pompa y despilfarro que se estaba preparando —ANTE LA VISITA DEL PAPA A VALENCIA— y no les hicieron caso. El mediador entre este grupo y Atrio fue Pepe Fornés, a quien enterramos el domingo y por quien se celebrará una Eucaristía mañana Sábado, a las 18:30, en la Parroquia de San Jorge (Pianista Amparo Iturbi, 26 – VALENCIA).
PEPE FORNÉS, UN SACERDOTE COMPROMETIDO EN EL TRABAJO Y CON LOS MAS POBRES.
Por Francico Gramage
Pepe, con el humor inteligente que caracteriza a los hombres de la Marina, contaba cómo una personalidad del clero lo definía: “Eres un sacerdote extraordinario, pero tan sólo tienes un defecto y es el ser demasiado coherente y radical”.
¡Como si eso fuera un defecto! Efectivamente, era coherente y radical:
Lo era en lo referente a la dimensión social de la pastoral que siempre estuvo presente en su preocupación: ya en el Seminario y a contracorriente, fue pionero de la pastoral obrera. No era una preocupación fruto de una moda o flor de una temporada, sino que impregnó todas sus actividades, primero en Manises, después en Puerto de Sagunto, ciudad de gran significación en las reivindicaciones obreras en los años 60-70. Nada ni nadie pudo apartar a Pepe del espíritu de las bienaventuranzas. Un espíritu que de acuerdo con el Vaticano II animaba a leer los signos de los tiempos y que le llevó a proclamar el Reino en un horizonte liberador.
También fue coherente en la integración en el mundo del trabajo, cuando en plena madurez personal y pastoral, renuncia a una buena prebenda eclesiástica y se incorpora plenamente en el trabajo, en una librería del barrio de Malilla en Valencia. Experiencia laboral que mantuvo hasta su jubilación. Entendió pronto y llevó a la práctica el consejo paulino de que el sacerdote viva de su propio trabajo.
Ya jubilado, se pudo dedicar a la creación, promoción y dirección de una ONG de cooperación interhospitalaria contra la Malaria en Mozambique.
Es importante destacar que al largo de toda su trayectoria, su incorporación al mundo laboral civil no le impidió participar en las tareas ministeriales en las parroquias en las que participaba.
Así mismo era radical en las relaciones personales, cuando cultivaba por encima de todo los encuentros con grupos de amigos. Anteponía esos encuentros a cualquier reunión de charlatanería teológica o pastoral oficial. En estas ocasiones no se presentaba con la condición de clérigo como plataforma o trinchera. Tan sólo el deseo de compartir con todos la búsqueda de nuevos caminos que refuercen la esperanza de una sociedad más justa y una Iglesia más evangélica.
En la misma línea había superado, en las relaciones personales, ese “corsé” clerical que suele reprimir cualquier expresión afectiva. Siempre daba un abrazo característico que manifestaba una verdadera afectividad. En este sentido era inestimable el testimonio de afecto que tuvo con Amparo y después de su muerte con su hermana Filo, que le acompañaron y que fueron un gran soporte en su vida y en el ministerio. Formaron parte de su familia ejemplar: hermanos, cuñadas, sobrinos.
Estamos convencidos de que su memoria la tendremos siempre muy presente por el cariño con que vivía las ilusiones y los sueños de los más necesitados. Unos sueños que continuarán iluminando nuestros caminos. Gracias por tu testimonio siempre coherente y provocador.
(Semblanza leída al final de la Misa de despedida el domingo 4 en El Verger)
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