Amó tanto Dios al mundo que entregó a su propio Hijo. No son sólo palabras bonitas. El Amor está en el origen de toda su vida, de toda su historia.
El mundo, es cierto, que está lleno de conflictos y contradicciones. Capaz de lo mejor y de lo peor, como lo demuestra la larga historia.
No debemos de perder de vista que el Hijo de Dios fue el primer regalo, para nosotros lo creyentes, aunque muchos a los que fue enviado no le recibimos.
El se acercó a nosotros, aunque nosotros no nos acercamos a El.
Hay algo, entonces, que no funciona. Se han fundido los plomos y si los suyos no le recibieron, nosotros tampoco. O muy poco.
La única misión de la Iglesia, es decir, la única misión nuestra, es la de “manifestar y comunicar el Amor de Dios al mundo”. Así dice el Concilio Vatic. II.
No hacía falta que lo dijera el Concilio, ya que lo había redicho y rehecho el Maestro. Aunque no está mal recordarlo por nuestra frágil memoria
Esta crisis que padecemos parece ser la cruz que nos toca llevar. Como la penitencia que tenemos que pagar y con la que tenemos que cargar por lo mucho que nos hemos pasado todos. Por nuestros dispendios…
Pero no es ese el tema.
Hay algo que no funciona. Parece que a nosotros nos ha pasado lo mismo y nos ha cogido con el paso cambiado porque no hacemos realidad lo de que: “La Iglesia ha sido enviada a manifestar y comunicar el amor de Dios al mundo”
No hay nada más importante y urgente. Como Jesús que solo vino “No para juzgar sino para salvar y dar vida en abundancia”.
Es muy peligroso condenar y condenar por sistema, como hacen algunos “Jerarcas”, en vez de alentar y animar.
Eso la teoría, pero ¿Y la práctica?
El padre Pagola, el autor de la “Vida de Jesús una aproximación a la Historia” nos relata un hecho de la vida real.
Es el párroco de Ataun. Se encontraba enfermo y los médicos no le ocultaron la verdad. Lleno de vida preguntaba al doctor, después de una intervención delicada,
- ¿Habéis podido hacer algo?
- No, le contestaron lacónicamente
- ¿Será doloroso? No necesariamente
- ¿Será un proceso largo?
- No, le dijeron sinceramente
Desde aquel momento
el cura de Ataun sabía que le quedaba
muy poco de vida.
No es fácil hablar con
un hombre que conoce su final inminente.
Al que había hablado tanto de la muerte de los demás, ahora
le toca vivir lo que predicaba.
Cuando entré a verle, nos dice Pagola, le encontré
oyendo la transmisión de la Misa
por TV. No pudo más que decir. “! Cuántas cosas decimos los cristianos ¡
Lo importante no es hablar, sino creer lo que se habla”…
Al final del encuentro quiso despedirse dando la mano
a cada de los presentes. Pidió perdón a
los demás diciendo: “Soy pecador, pero pecador que
cree en Dios”
Ya sé que son pocos los que mueren así pero…A mi me
gustaría morir así.
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