Julio Lois, maestro, compañero y amigo
Anxo Ferreiro Currás
Hemos Seguido con cierta cercanía la enfermedad de Julio. Durante la visita su enfermedad quedaba a un lado, y aprovechábamos el encuentro para hablar de lo divino y de lo humano, aunque más de lo humano que de lo divino, siguiendo aquella consigna apostólica: “¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?”, porque casi hasta los últimos momentos Julio era nuestro maestro y amigo.
Cuando la enfermedad arreciaba y todavía había esperanza volvíamos a la carga. Pero llegó la caída, en gallego tenemos una palabra para llamarla, no derrota ni muerte tan siquiera, “pasamento”, es decir la que los cristianos llamamos “pascua”.Al perder un amigo (“cuando un amigo se va”) de tal categoría todos sentimos la pérdida de un valor básico en el compromiso del creyente. Pero nos vemos gratificados por tantos artículos y testimonios-homenaje que a la memoria de Julio, amigo, maestro y compañero, dedicaron en la prensa y, sobre todo, los, hasta ahora,16 en www.redescritianas.net, que podrían formar otro libro para poner “colorado y bajada la vista ante una apología tan justa” –escribe José Mª Mauriño-.Y digo “otro”, porque precisamente en vida como homenaje en su jubilación, le dedicó un libro el Instituto Superior de Pastoral y las comunidades de Vallecas. Se trata de El grito de los excluidos. Seguimiento de Jesús y teología, editorial Verbo Divino, 2006. Donde hay un elenco de participantes, entre los cuales no puedo dejar de citar a Chao Rego, Rosa Cal, Torres Queiruga, González Faus, José Mª Castillo, Pagola, Jon Sobrino, Casiano Floristán. Y como dice en el prólogo José Luís Corzo, “Julio Lois se incorporó al Instituto a su regreso de Bolivia, rompiendo la venerable tradición de que nuestros mejores teólogos se formaran en Alemania…
Antes de como profesor en cualquiera de sus categorías académicas, prefiero llamarle maestro. Y ni siquiera me desanima el Evangelio que reserva este sustantivo para Jesús, porque la enseñanza de Julio se refiere precisamente a nuestro único Maestro”.
Varias anécdotas podría contar con agrado para su memorial, baste esta por hoy. En unos encuentros familiares que teníamos anuales animados, entre otros, por Díaz Alegría y Julio Lois, que ya nos preceden en el Reino definitivo de los Cielos, tratábamos en una sobremesa distendida los temas del momento. Y salió el tema atrasado, pero importante, del dogma, mejor dicho de los dogmas, de nuestra Iglesia católica, que tienen su base paradigmática en épocas totalmente distintas a las nuestras, presentando a Dios en el quirófano de aquellos teólogos para diseccionarlo e ir encuadrándolo en el modo y manera del saber humano, cuyas conclusiones estaban mediatizadas al mismo tiempo por el poder dictatorial de la autoridad política desde Constantino, monarquías y dictaduras siguientes.
Aparte del libro Teología en broma y en serio de José Mª, Lois nos recomendó el libro El Dogma que libera. Fe, revelación y magisterio dogmático. (Col. Presencia Teológica 53) Ed. Sal Terrae, Santander 1989,de Juan Luis Segundo (1925-1996), jesuita teólogo uruguayo muy unido en sus estudios a la Teología de la Liberación. Con mucho interés había leído aquel libro que creo que no ha perdido ni mucho menos actualidad.
Agradecidos y muy contentos de haber disfrutado de su amistad y compañía.
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