¿Qué es lo que quieren estos tíos, si no han trabajado en su puta vida?”. “Despejad la plaza, que quiero dar de comer a las palomas”. Se me humedecieron los ojos cuando, el domingo por la tarde, una de las “indignadas” de la plaza Arriaga de Bilbao nos leyó estos comentarios, y otros igualmente terribles, que acababan de aparecer en ciertos blogs integristas. Me pregunté: “¿Es el colmo del cinismo o es la sima de la inconsciencia?”. Y pensé: “Tal vez hoy habrán ido hoy a misa esos que hablan así”.
Me gustaría entrar por un momento en el corazón de las personas que escribieron tales comentarios y entender por qué oscuras razones se expresan con tanta dureza sobre esta rebelión pacífica que es el 15-M. Y me gustaría decirles: Amiga/o, ¿hablarías así si tus hijos de 30 y 35 años estuvieran en paro, si no tuvieran una casa en que vivir con sus parejas y darte nietos, y hacer crecer en el mundo la vida y la dicha? Amigo/a, ¿nunca te ha estremecido la denuncia del profeta: “Disminuiremos la medida, aumentaremos el precio y falsearemos las balanzas para robar; compraremos al desvalido por dinero; venderemos al pobre por un par de sandalias” (Amos 8,5-6)? ¿No ven tus ojos el dolor del mundo? ¿No oyen tus oídos su clamor? Tal vez te llames cristiano y lo seas; pero ¿cómo rezas entonces el Padrenuestro, si no es como “un manifiesto revolucionario y un himno de esperanza” (J. D. Crossan)? ¿En qué piensas cuando dices: “Venga a nosotros tu reino” y “Danos el pan de cada día”?
Pues no hay gloria de Dios sin democracia real. Y no hay democracia real. No hay democracia real cuando el 40 % de la juventud no tiene trabajo ni casa; cuando en las listas de las últimas elecciones españolas había tantos candidatos corruptos que nos seguirán mandando si han sido elegidos, y si no lo han sido también; cuando la eliminación del fraude fiscal en el Estado español permitiría dar 20.000 euros a cada uno de los 4 millones de parados; cuando 300 multinacionales gobiernan a todos los gobiernos; cuando unas pocas empresas controlan y manipulan a todos los medios de comunicación y hacen que la libertad de expresión e incluso de opinión sea mera ficción; cuando los países ricos imponen los precios y aranceles que les interesan; cuando el dinero sirve ante todo para ganar dinero; cuando están aplicando como remedio para la crisis las mismas medidas que la han provocado; cuando, solo en África, mueren 2 niños por minuto a causa de la malaria, y mueren 10 niños por minuto en el mundo por beber agua contaminada, y 21 niños por minuto por falta de medicinas (los matamos tú y yo, pero nunca habrá para ellos ninguna ley de víctimas); cuando el 40% de la humanidad vive con menos de 2 dólares por día; cuando los países ricos destinan a la ayuda del desarrollo menos que en los años 90; cuando lo que hemos dado a los bancos en crisis bastaría para resolver el hambre en el mundo durante los próximo 54 años por lo menos. No hay democracia real cuando se deja libre a un zorro en un corral, como se ha escrito. “No falta dinero. Sobran ladrones”, como dice un cartel en la plaza Arriaga.
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Pues no hay gloria de Dios sin democracia real. Y no hay democracia real. No hay democracia real cuando el 40 % de la juventud no tiene trabajo ni casa; cuando en las listas de las últimas elecciones españolas había tantos candidatos corruptos que nos seguirán mandando si han sido elegidos, y si no lo han sido también; cuando la eliminación del fraude fiscal en el Estado español permitiría dar 20.000 euros a cada uno de los 4 millones de parados; cuando 300 multinacionales gobiernan a todos los gobiernos; cuando unas pocas empresas controlan y manipulan a todos los medios de comunicación y hacen que la libertad de expresión e incluso de opinión sea mera ficción; cuando los países ricos imponen los precios y aranceles que les interesan; cuando el dinero sirve ante todo para ganar dinero; cuando están aplicando como remedio para la crisis las mismas medidas que la han provocado; cuando, solo en África, mueren 2 niños por minuto a causa de la malaria, y mueren 10 niños por minuto en el mundo por beber agua contaminada, y 21 niños por minuto por falta de medicinas (los matamos tú y yo, pero nunca habrá para ellos ninguna ley de víctimas); cuando el 40% de la humanidad vive con menos de 2 dólares por día; cuando los países ricos destinan a la ayuda del desarrollo menos que en los años 90; cuando lo que hemos dado a los bancos en crisis bastaría para resolver el hambre en el mundo durante los próximo 54 años por lo menos. No hay democracia real cuando se deja libre a un zorro en un corral, como se ha escrito. “No falta dinero. Sobran ladrones”, como dice un cartel en la plaza Arriaga.
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