Dios, AitorJosé Arregui, teólogo
Me pesa no haberte dado un abrazo el domingo pasado, a la salida de la misa en nuestra iglesita de Arroa Behea. Tú venías de Azpeitia en domingos alternos a celebrar con nosotros –quince o veinte personas– la memoria de Jesús, a escuchar su evangelio siempre interpelante y consolador, a rezar juntos las oraciones de siempre, a compartir el pan del esfuerzo y de la esperanza, el pan de la eucaristía, el santo pan de Jesús, mientras cantábamos los mismos cantos de comunión que cuando éramos niños hace cuarenta años. Ninguno de nosotros esperábamos de ti palabras brillantes –¿quién no está ya cansado de palabras brillantes?–. LEER MÁS
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