Cuando una puerta a la felicidad se cierra, otra se abre, y con frecuencia nos quedamos mucho tiempo mirando la cerrada y no vemos la que se abre (Paulo Coelho).
23 de agosto. DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO.
Mt 16, 13-20
A ti te daré las llaves del reino: lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo; lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.
Un texto denso y muy elaborado, que recoge los hechos tal como los ha entendido vivido la comunidad: se trata, en primer lugar, de identificar al Maestro.
¿Quién es? Es la búsqueda de respuesta a la pregunta que Jesús hizo a sus discípulos en la región de Cesarea de Felipe: ¿Quién dice la gente que es este Hombre?
A nuestro personaje, podríamos aplicarle, en cierto modo, esta frase del Rabí Pinhas de Korets: “En cada hombre hay algo precioso que no se encuentra en otro hombre”, y en Jesús, especialmente.
Pregunta abierta, incluso en nuestros días, que se puede responder desde el punto de vista de la gente. De la apreciación humana de este personaje histórico o desde el de punto de vista de Dios, el de la revelación.
La gente buena, que ha presenciado su actividad, le considera un enviado de Dios que prepara la era mesiánica, y Simón Pedro declara que es el Mesías esperado, razón por la que el apóstol recibe una alabanza: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo ha revelado nadie de carne y sangre, sino mi Padre del cielo!
Cosa que el propio Jesús ratifica declarando que la confesión procede del Padre, como se puede ver en 11, 27: “Todo me lo ha encomendado mi Padre: nadie conoce al hijo sino el Padre sino el hijo y aquel a quien el hijo decida revelárselo”.
Jesús propone construir un “templo”, una comunidad nueva, Petra en griego, que significa sillar o roca donde se asienta un edificio; y en el versículo 18, Jesús emplea términos similares: “Pues yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra construiré mi Iglesia”.
Este edificio o comunidad pertenece a Jesús, “mi Iglesia”, en la que Pedro tendrá una función papel central.
Todo este texto que hemos comentado del evangelio, ha originado muchas discusiones entre católicos y protestantes sobre la figura del Papa como sucesor de Pedro.
La tradición católica sostiene que estas palabras se aplican a Pedro, y también a todos lo que le suceden en la tarea de presidir en la fe y el amor.
La tradición protestante, sin embargo, ha visto en las palabras de Jesús una alabanza referida, no a la persona de Pedro, sino a su actuación de fe.
El novelista Paulo Coelho (1947), escribió esta sugerente frase, que tiene mucho que ver con lo de desatar en el cielo del versículo 19, y con una “mente abierta”: “Cuando una puerta a la felicidad se cierra, otra se abre, y con frecuencia nos quedamos mucho tiempo mirando la cerrada y no vemos la que se abre”.
En mi libro Yo amo el Planeta, este poema:
HOSPITALIDAD VIRGEN
Te presento mis respetos
Tierra-Madre, por tu carácter sagrado
y tu cuasi divinidad en ciernes.
Me amparas en tu casa,
una hospitalidad virgen,
que da seguridad a mi sustento.
Tu generosidad rompe siempre y siempre,
más allá de los ojos y del viento,
los límites hexagonales de la mente abierta
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