ATRIO
Hace algunos días la Conferencia episcopal de Brasil, algunos, religiosos/as y laicado de diferentes corrientes lamentaron el aborto practicado a una niña de 10 años, en Recife, Brasil, con cinco meses de embarazo, fruto de la violación de su tío, quien desde que ella tenía 6 años la había hecho objeto de sus abusos y la tenía amenazada para que no dijera nada. La niña había sido abandonada por su mamá, su papá está preso y por eso vivía con su abuela. La llevaron al hospital porque “le dolía el estómago”. No parece que supiera muy bien que le ocurría. Uno de los obispos dijo que “es infame y horrendo el dolor que causa la violación y el abuso sexual pero la muerte de un ser inocente e indefenso por el aborto es igual de terrible. Ambos son delitos”. Algunas noticias decían que los que fueron a defender a la niña para que no le practicaran el aborto, le gritaban a la pequeña de 10 años “asesina”, igual que a los médicos que lo practicaron y al juez que lo autorizó. Se aducía que había posibilidad de acompañar las dos vidas y garantizar sus cuidados. Un obispo dijo: “Hoy hago una oración por todos los niños que quisieran nacer, jugar, llorar y vivir, ¡pero fueron asesinados antes de nacer! Esperamos explicaciones y respuestas sobre este caso”.
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