David Brooks
Observando desde fuera lo que ahora estamos sufriendo en los Estados Unidos –las protestas, la destrucción de estatuas y monumentos, la violencia contra las fuerzas del orden y, sobre todo, el caos de la pandemia que sigue creciendo– sería demasiado fácil pensar que todo es una locura, que no repercute en otros países, y especialmente que “en mi país”, cualquiera que sea, no existen estas divisiones por haberlas superado. Y sería un engaño. Una trampa de ilusiones falsas. No hay lugar en el mundo en que no existen las diferencias culturales, sociales, económicas, educativas y políticas basadas en la raza y el resultante ejercicio de poder de un grupo racial sobre otro.
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