Vivimos en el mundo cuando amamos. Solo una vida vivida para los demás merece la pena ser vivida (Albert Einstein)
7 de junio. LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Jn 3, 16-18
Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio Hijo para que quien crea en él no perezca y tenga vida eterna
Momento cenit de un trascendental diálogo de amor entre la divinidad y el mundo. Con él has puesto en marcha, Señor mío, la historia de la salvación humana.
El parlamento tuyo comenzó en el Génesis cuando iniciaste la Creación el primer día y la faz de la tierra era un desierto, pero Tú le insuflaste vida, y culminaste Tu tarea cuando el hombre hecho de barro, se convirtió en un ser vivo.
Muchos, millones de siglos más tarde, como cuentan las crónicas bíblicas, Tu hijo dijo que también él había venido para que tuviéramos vida y en abundancia la tuviéramos (Jn 10,10).
Y no contento con todo esto, que ya es bastante, se desbordó el río de su ser, y quiso compartir las aguas con el mundo entero:
“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado” (Jn 13, 34).
En sus discursos sobre el amor, Platón decía de una forma muy bella en el Banquete que “el amor es siempre el deseo de poseer el bien”.
En el Antiguo Testamento el tema del amor humano es constante: al amor sexual, que es creador -cuasi un dios-, le dedica uno de sus libros más poéticos, El Cantar de los Cantares, cuyo primer capítulo se escribió en el Génesis:
“El hombre exclamó: ¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!”
Pedro Pablo Rubens pintó a Adán y Eva de este modo.
Después les dijiste que se amaran… y te dieron dos nietos para que jugaras con ellos y les amaras.
Y en El Cantar de los Cantares 1,16, diálogo en el bosque, el segundo:
“He aquí que tu eres hermosa, amiga mía; / he aquí que eres bella: tus ojos de paloma. / He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y suave: / nuestro lecho también florido.
Juan de la Cruz entona su canción de amor en Noche oscura del alma:
“Buscando mis amores, / iré por esos montes y riberas; / ni cogeré las flores, / ni temeré las fieras, / y pasaré los fuertes y fronteras”.
Finalmente, y al otro lado de las fronteras cristianas, el Kamasutra, un antiguo texto hindú que trata igualmente sobre el comportamiento sexual humano.
Evangélicamente Albert Einstein, que era judío, entonaba también este precioso himno:
“Vivimos en el mundo cuando amamos. Solo una vida vivida para los demás merece la pena ser vivida”.
Te rogué, muy Señor mío, para que Pablo Neruda me enviara un Poema desde Santiago de Chile, nombre como ves de santo, y el resultado fue este:
SI ME QUIERES
Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca, y gris, verde, y rubia,
y morena…
Quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta! …
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda!… O no me quieras
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