Un barco en el puerto es seguro, pero no es para eso para lo que se construyen las naves; navegad en el mar y haced cosas nuevas (Paulo Coelho en El peregrino de Compostela)
31 de mayo. DOMINGO DE PENTECOSTÉS
Jn 20, 19-23
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos con las puertas bien cerradas por miedo de los judíos. Llegó Jesús, se colocó en medio de ellos y les dice: Paz con vosotros
Apenas cierra Dios una puerta, y ya tiene una ventana abierta.
“El Señor asegura los pasos del hombre y se ocupa de sus caminos” (Sal 37, 23)
Y Jesús, esperándonos siempre con las puertas de su corazón abiertas de par en par, invitándonos a que entremos por ellas, disfrutemos del paisaje que desde su interior se contempla en plenitud de luz y de color: Turner y Monet lo hubieran tenido fácil para su paleta, siempre también saturada de irisaciones y sol.
La imagen de la puerta se repite 33 veces en la Biblia: 17 en el Antiguo Testamento y 13 en el Nuevo. En el Evangelio generalmente se refiere a la de la casa, la del hogar doméstico, donde encontramos seguridad, amor, calor.
Una puerta, que es Jesús, nunca está cerrada. Esta puerta está abierta siempre y a todos, sin distinción, sin exclusiones, sin privilegios. Transcribimos algunas de las citas:
Entonces el sumo sacerdote Eliasib se levantó con sus hermanos los sacerdotes y edificaron la puerta de las Ovejas; la consagraron y asentaron sus hojas (Nehemías 3, 1)
Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, alzaos vosotras, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria (Salmos 24, 7)
Le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza (Oseas 2,15)
Entonces Jesús les dijo de nuevo: En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas (Juan 10, 7)
Pedid y os darán, buscad y encontraréis, llamad y os abrirán (Mateo 7, 7)
Sus puertas nunca se cerrarán de día, pues allí no habrá noche (Apocalipsis 21, 25)
Y Paulo Coelho, en El peregrino de Compostela, nos invita a seguir navegando por un océano de puertas bien abiertas: “Un barco en el puerto es seguro, pero no es para eso para lo que se construyen las naves; navegad en el mar y haced cosas nuevas”.
Pedro Soto de Rojas, poeta del Culteranismo, pide que le abran las puertas.
PERSUASIÓN
Traslada el curso de las rejas duro
con sordos pasos a las blandas puertas,
que, si pretendes las del alma abiertas,
rotas las tiene ya mi llanto puro.
Ya es pretérito el tiempo que, futuro,
pudiera hacer mis esperanzas ciertas;
las horas miro a mis espaldas muertas,
que pretendí para vivir seguro.
Abre las puertas, ángel riguroso,
para que goce con descanso amigo,
tras tormento de amor, de amor reposo;
abre, si no las puertas, un postigo;
abre, que amor no es mal contagioso
ni es, aunque tira flechas, enemigo.
Vicen
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