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martes, 16 de julio de 2019

Quién controla a los obispos

Jesús María Urio Ruiz de Vergara 
Redes Cristianas
Si uno acudiese a la Conferencia Episcopal Española (CEE), a protestar por la actitud de un obispo, o de varios, invariablemente la respuesta sería que el obispo es autónomo, que solo depende del Papa, y que solamente éste puede llamarle la atención, corregirlo, exigirle nuevos comportamientos, o, eventualmente, cesarlo. Es así en la praxis normal y ya consuetudinaria en la relación de los obispos entre sí, con sus metropolitanos, arzobispos, que no tienen ningún poder de jurisdicción sobre los obispos de su provincia eclesiástica, e incluso con el conjunto del episcopado, Conferencia Episcopal, de una nación católica. Y como el representante del Papa en una Iglesia local es el nuncio, corresponde a éste pasar la información veraz de los comportamientos episcopales, especialmente cuando éstos producen sobresalto entre los fieles, desconcierto, o, incluso, escándalo.
Sin embargo, este estado de cosas no sólo no es el mejor para el recto funcionamiento de la Pastoral y Evangelización en la Iglesia, sino que es claramente poco consecuente con el Evangelio, y con la praxis de la Iglesia primitiva, que, si no nos engañaron al estudiar Teología e Historia de la Iglesia, es paradigma perpetuo para la Iglesia de todos los tiempos.
En esa Iglesia, la más cercana a las enseñanzas, y prácticas y comportamientos de Jesús, y todavía alentada por los apóstoles que el Señor eligió para el anuncio de su Reino, más que para la construcción de una Iglesia como la que conocemos, la corrección fraterna era tan frecuente como las veces que era necesaria. Y ya he escrito varias veces que los procesos de las intervenciones de los apóstoles, y primeros obispos en la Iglesia naciente, no eran, precisamente, ocultos y vergonzantes, sino que gozaban de toda la publicidad y transparencia necesarias para que fuesen eficientes. Lo que indica la lucidez de los pastores de la Iglesia primitiva, su respeto por la siempre debida estima al nivel de la madurez de los fieles, y la esperanza anunciada en el Evangelio de que lo escondido debajo de la cama, y en los rincones de la vida, se haría público el día del Señor.
Recordemos, en este asunto, la intervención pública en la Asamblea de Antioquía de Pablo a Pedro por el comportamiento vacilante de éste en su trato con los gentiles, a quienes, escandalizaba por el miedo, o el respeto reverencial que demostraba, a la Iglesia de Jerusalén, comandada por el rígido y fidelísimo mantenedor de las esencias de Israel, el apóstol Santiago, el “pariente de Jesús”. Ese suceso, que seguro fue determinante para el futuro de la Comunidad Cristiana, además de gozar de amplia difusión entre las primeras iglesias, quedó, para constancia perenne e inmortal, en la carta de Pablo a los Gálatas, es decir, con la máxima difusión que puede alcanzar una noticia dentro de la comunidad cristiana: en las páginas sagradas del Nuevo Testamento.
Me pregunto por la corrección, y eventual cese e los obispos porque las cosas no eran igual en épocas pasadas, y no tan lejanas, como ahora, con la globalización de la información, también de las cosas de la Iglesia, de tantos asuntos que quedaban perpetuamente arrumbadas en la penumbra de las sacristías, Y se daba también ese temor reverencial a los grandes eclesiásticos, que en España ha medrado a lo largo de siglos, y que como colofón, y consagración oficial de los usos y abusos clericales, hemos vivido en España cuarenta años en los que hasta el Derecho Canónico, ley oficial de la Iglesia, formaba parte del cuerpo legislativo del Gobierno español.
Así que ahora nos enteramos, y los seglares también, y éstos hasta las promueven en radio macuto, y cada vez más frecuentemente llegan hasta la prensa, de algunas actitudes episcopales no solo poco, o anti, evangélicas, sino que demuestran una carencia de valores éticos, y sociales. La Voz del Sur.es, en su número de 13 de Junio de este año, 2.o19, publica los siguiente titulares:
“Decenas de curas y fieles se unen contra los “abusos” del Obispado de Cádiz./ La ‘Iniciativa Galilea’ envía un documento al Vaticano para denunciar las actuaciones del obispo Zornoza: “No vamos a permitir que siga creyéndose que él solamente es la Iglesia”. O el obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, que afirma impávido que “Puede haber menores que sí lo consientan -refiriéndose a los abusos- y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso si te descuidas te provocan”. O el arzobispo de Toledo, D. Braulio Rodríguez, quien en el portal “Religión digital” de ayer, 12/06/19, afirmaba paladinamente “no creo en la igualdad de Género”, olvidando que en ese concepto de “género” no hay que creer, sino estar a lo que señala la legislación española. (A propósito, ¿por qué D. Braulio es, en muchísimo tiempo, el único arzobispo de Toledo, sede primada de España, que no ha sido elevado al cardenalato?). Y no olvidemos los mítines anti sexuales eminentemente evangélicos que suelta El señor obispo de Alcalá de Henares, Reig Plá, en cuanto se topa con un micrófono.
Pregunto, preguntamos, porque el tema es ya un clamor, ¿llegan informes fidedignos de estas tropelías episcopales al Vaticano, y el Papa tiene poder real de reaccionar? (Poder teórico, ya sé, y no se discute. Pero pregunto por el poder real, práctico, por encima del espíritu de clanes, y de tradiciones vaticanas?

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