Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara
Redes Cristianas
He leído dos artículos: uno en “Eldiario.es”, “Lección de democracia parlamentaria”, de Javier Pérez Royo, gran jurista, que fue Rector de la Universidad de Sevilla, Magistrado del Tribunal Constitucional, y actualmente colaborador en publicaciones técnicas de contenido jurídico, y cotidianamente en el periódico que he citado. Y otro en Religión Digital, de Jesús Bastante, La Iglesia católica ya no existe… ni para Vox ambos con fecha de hoy, 24 de Julio de 2019. Y en los dos artículos he apreciado la presencia de algo que echo mucho en falta en las crónicas y artículos periodísticos, y que no es otra cosa que sentido común, argumentos, profundidad, objetividad, y la máxima imparcialidad posible.
Yo estoy ya más que cansado, estoy harto, del sectarismo de periódicos y periodistas, que antes de leerlos, ya sabes por donde van a caminar sus palabras y sus líneas. En mi opinión, estamos asistiendo a una deriva de degradación periodística, en los dos aspectos más importantes de la escritura: de la forma, y de contenidos. No entiendo cómo no les han enseñado en las facultades de Periodismo a escribir, y hablar, correctamente. Primero, correctamente, y, después, con claridad, elegancia y concreción. No entiendo cómo los medios escritos, que deben de contar con correctores, pueden dejar pasar expresiones como “los más mayores”, (por “los mayores”, en la palabra ya se encuentra implícito el “más”), “en este área de trabajo”, (por “en esta área de trabajo”), o en periodistas deportivos la siguiente barbaridad repetida veces y veces, “este área del Madrid ha sido un caos”, (por esta área), etc. O entre ¿profesores?, “necesito que me entregues el actilla cuanto antes”,
Ahora lo que voy va hacer es, inspirándome en estos dos artículos, que me parecen dignos y válidos, hacer un comentario de lo que más me han insinuado sus títulos.
1º) “Lección de Democracia parlamentaria” . El señor Pérez Royo, en contra del común sentir de periodistas escritores, y de tertulianos voceros, ha sabido ver la maravillosa escena de la sesión de Investidura del lunes, mañana y tarde, y en lugar de usar un estilo escandalizado de lo mal que habían hecho las cosas PSOE y UP, con su bochornosa puesta en escena en plena tribuna de las Cortes, ha recordado sesiones anteriores de investidura, y se ha felicitado del comportamiento ejemplar de los diputados, resaltando el hecho de que a presidenta de las Cortes no tuvo que hacer ninguna observación ni llamada al orden. No ha sido esa, por desgracia, la tónica en esas otras sesiones de Investidura, así como no era habitual que después de la participación de los dirigentes de cada grupo, de los “pesos pesados”, “el Congreso, apenas se había acabado el debate entre ellos, se producía una desbandada casi general en los escaños, quedando el hemiciclo más que semivacío”. Y sigue Pérez Royo, un observador atento y verdaderamente homologado: “La lección de democracia parlamentaria que ha recibido la sociedad española ha sido realmente formidable. En el debate se ha expresado la complejidad política de la sociedad española. Y se ha respetado y seguido con educación la expresión en sede parlamentaria de dicha diversidad. Todos los oradores han sido escuchados en silencio.”
Es una pena que pseudo analistas, guiados y obcecados con la carga de crispación y de desprecio a los dos partidos que entablaron realmente un enfrentamiento de envergadura, dejando aparecer, a través del verbo encendido de sus dos máximos dirigentes, las grandes diferencias que la Democracia auténtica puede cobijar en su seno, mientras ante nuestros ojos se desarrollaba una de las escenas más nobles que hemo podido vivir desde la transición. No siempre las cosas son como parecen. Incluso, el nacionalismo vasco y catalán, que en anteriores investiduras han ayudado a completar las de políticos del PSOE, o del PP, su mediación nunca como esta vez ha sido indispensable para que dos partidos de ámbito estatal se esfuercen por ponerse de acuerdo para poder presentar una alternativa de dirección política del país.
2º) La Iglesia ya no existe … ni para Vox. Es la conclusión a que ha llegado el agudo y avispado periodista Jesús Bastante, jefe de redacción de la revista “Religión digital”, uno de los portales cristianos “on line” de mayor número de lectores, sobre todo en España y Latino América. He citado muchas veces a Bastante, y se trata de un informador que hace verdadero honor al nombre, porque su información es amplia, muchas vece casi exhaustiva, y va aderezada de un sentido crítico tan feroz como respetuoso, aunque la concordancia de ambos elementos sea harto difícil. En su artículo hay más de lamento, de sentimiento, casi de añoranza, que de crítica. Pero se ha dado cuenta de que en las últimas campañas electorales la Iglesia Católica, tan presente y protagonista en otras ocasiones, (recordemos la campaña del divorcio, de la despenalización del aborto, de la clase de Religión, del matrimonio homosexual, etc.), los temas clásicos de la polémica Iglesia Católica-España Izquierdista Laica, como escuela concertada, Revisión del Concordato, IBI, quejas al Vaticano, ni siquiera Caritas, ni …nada. La Iglesia católica, se ha vuelto irrelevante. Incluso, para la ultraderecha de Vox. Lo más próximo a una referencia a la Iglesia Católica ha sido, en la sesión de Investidura, el recuerdo del presidente en funciones de la Exhumación de los restos del dictador Franco.
Ninguno de los líderes, ni Pablo Casado, ni, por supuesto, mucho menos, Albert Rivera, tuvieron la más mínima preocupación por hacer alguna sugerencia de referencia confesional. Y no digamos Pablo Iglesias, que anda por otras coordenadas. Lo cierto es que la realidad católica ha pasado, sin pena ni gloria, por el que seguramente es el debate más relevante para el futuro próximo de nuestro país. Ha sucedido, ¡por fin!, lo que muchos sospechábamos pretendían los obispos, ¡hacerse invisibles! a la sociedad española. Enhorabuena a los premiados, (para Jesús Bastante, los obispos). Pero la Iglesia Católica, en e mundo del día a día, de las preocupaciones cotidianas, vitales y existenciales, ya no existe, … ¡ni para Vox!.
¡Qué pena! Es lo que ha conseguido un episcopado que lleva caminando en dirección contraria del Concilio Vaticano II desde el pontificado de Juan Pablo II. ¡Y que está dando, descaradamente, la espalda al papa Francisco!.
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