Entre Dos Hermanas y Sevilla los términos municipales se mezclan en terrenos baldíos, olivares a punto de fenecer y construcciones en medio de la nada desolada. Ahí unos caminantes han descubierto el cuerpo de un hombre muerto.
En las 3000, a un tiro de piedra, con el Guadaira por medio y la S-30 de barrera amenazante, uno de los clanes gitanos que controlan la venta y cultivo de marihuana sabe de quién es el cadáver del descampado nazareno.
Siete hombres del clan secuestraron hace semanas al hombre vivo que ahora es un cadáver mordido por ratas y alimañas, por perros sin dueño y por córvidos varios. Lo encerraron en uno de los pisos de propiedad pública de la Junta de Andalucía que controlan para refugio de delincuentes en busca y captura por juzgados de todo el país. En uno de esos pisos, que los gobernadores civiles de Franco entregaban los 18 de julio, fiesta del glorioso alzamiento nacional y que los clanes narcos de las 3000 se apropian extorsionando y expulsando a sus ocupantes, dueños o inquilinos, retuvieron secuestrado al que vivía en el cadáver encontrado y del que se ocupa ahora la policía, los forenses, la científica, los juzgados.
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